No nos y someteran
Las matanzas de pasajeros de autobús israelíes cometidas por los terroristas de Hamás en Afula y Hadera están en línea con una estrategia del islam fanático y de la facción asesina del nacionalismo palestino que viene de largo. Estos son los mismos extremismos palestinos que siempre han intentado acabar con cualquier vislumbre de reconciliación con la existencia de Israel dentro de las fronteras que sean; éstos son los mismos extremistas palestinos que nunca han renunciado a su visión criminal de exterminar a Israel; éstos son los mismos extremistas cuyo fanatismo, desde 1948, ha infligido al pueblo palestino calamidad tras calamidad y derrota tras derrota. Éstos son los mismos extremistas palestinos que han conseguido atrapar a nuestros dos pueblos en la misma trágica red que ahora estamos intentando destejer mediante un compromiso histórico,Unicamente un loco que se crea la propaganda de Hamás podría sospechar que, si no fuera por un Baruch Goldstein, Hamás nos estaría obsequiando ahora con cuchillos y coches bomba. El hecho es que la matanza de palestinos en Hebrón, así como las matanzas de israelíes en Afula y Hadera, fue obra de fanáticos empujados por el odio, anonadados por los augurios de paz, fanáticos cuyo acto fue realmente un intento desesperado de última hora para provocar un ciclo de revanchas que acabara con esta paz inminente.
El objetivo del asesino suicida judío de Hebrón no era diferente del del asesino suicida de Afula y Hadera: alimentar el dolor y la furia de ambos lados, con el fin de extinguir la esperanza que nació en Oslo. Durante docenas de años, los israelíes y palestinos han estado luchando entre sí porque los palestinos frustraron una y otra vez nuestras esperanzas de vivir en paz y seguridad en nuestro propio país, a la vez que nosotros frustrábamos las esperanzas de los palestinos de vivir como un pueblo libre en su tierra. En septiembre pasado, en Oslo, los israelíes y los palestinos se infundieron unos a otros, por primera vez, una vacilante luz de esperanza... Nosotros recibimos la esperanza de poder vivir sin padecer su violencia; ellos, la esperanza de la libertad.
Es precisamente este intercambio de esperanzas lo que hace hervir la sangre de todo tipo de provocadores y asesinos, tanto en nuestro lado como en el suyo. Los provocadores sacan el máximo partido de cualquier crimen para atizar las llamas del odio y la venganza. Esto es tan viejo como el tiempo, los fanáticos de todas partes cabalgan sobre las olas de la pérdida y la aflicción, e intentan arrojar a sus pueblos al pozo de la desesperanza, donde no existe nada más que matar o morir. Estos fanáticos están intentando atraparnos a todos en su propio e interminable ciclo de pesadilla de venganza y después vengar esta venganza y luego reivindicar toda venganza.
¿Debe rendirse Israel a la estrepitosa presión de sus propios extremistas y suspender la labor de paz con la OLP? ¿O debería tolerar el asesinato diario de sus ciudadanos, enterrar a sus muertos y continuar con el proceso de paz como si la vida simplemente tuviera que continuar? De hecho, ésta no es una pregunta tipo o-o. Éste es exactamente el momento de que Israel intensifique su lucha contra Hamás y su ralea, el momento de arrestar y llevar a juicio a todos los que incitan al derramamiento de sangre, de intentar meter en prisión a todos los árabes y judíos que se atrevan tan siquiera a amenazar con poner fin a la paz por medios violentos.
El día de la matanza de Afula y, de nuevo, el día de la matanza de Hadera, los dirigentes de Hamás convocaron una rueda de prensa en Aminán en la que alardearon con arrogancia de los asesinatos, afirmando que su intención era continuar e incluso aumentar sus matanzas indiscriminadas de civiles israelíes.
En lugar de acceder a las exigencias de la oposición de suspender los contactos con la OLP, el Gobierno israelí debería adoptar una posición firme hacia Jordania. El rey Hussein debe elegir entre apoyar a Hamás o apoyar la paz con Israel. Jordania, al patrocinar a Hamás, está apuñalando por la espalda tanto a Israel como a la OLP. Por lo tanto, no es sólo el Gobierno de Israel, sino los gobiernos de todas aquellas naciones que se opongan al terrorismo los que deben obligar a Jordania a elegir entre formar parte de la familia de naciones u ocupar su lugar en la lista negra internacional de países que apoyan el terror. En caso de que el rey Hussein fracase o le niegue a reprimir las actividades de Hamás dirigidas contra Israel -desde Jordania, Israel no tendrá otra elección que suspender el proceso de paz con Jordania. Con Jordania, no con la OLP.
Aunque nosotros, los israelíes, nos encontramos en un periodo de vacaciones desgarrado por crímenes terroristas, incluso en estos momentos de furia y dolor no deberíamos olvidar que, aunque la OLP sea un enemigo encarnizado, que ahora intenta llegar a un acuerdo con nosotros, Hamás es un tipo distinto de enemigo encarnizado, dedicado al exterminio de la OLP, al exterminio de cualquier acuerdo israelo-palestino y al exterminio del propio Israel.
Si en esté momento en particular los israelíes y los palestinos se rinden y permiten verse superados por el espíritu de la venganza y el fanatismo, descenderá sobre todos nosotros una larga noche de desesperación. Si el Gobierno israelí se somete a la presión de la derecha y suspende el proceso de paz con la OLP hasta el cese de cualquier forma de terror, no sólo no cesará el terrorismo, sino que aumentará, porque la desesperanza ganará terreno. Más aún, si Israel interrumpe sus conversaciones con la OLP, Irán y su protegido, Hamás, conseguirán un importante triunfo histórico. Si un ciclo de matanzas provocara la interrupción definitiva de las negociaciones, entonces es que ni nosotros ni la OLP tenemos el control; Irán tiene el control, Hamás tiene el control, los Baruch Goldstein tienen el control.
Y no deberían tener ninguno.
Israel no tiene forma de poner a prueba la sinceridad del compromiso de la OLP de aplastar ra violencia en los territorios a no ser que se le dé la oportunidad de hacerlo, ano ser que la OLP tenga derecho a adentrarse en los territorios con la fuerza necesaria para hacerlo. Pedir a la OLP que reprima la violencia en los territorios antes incluso de estar allí realmente es equivalente a mantener a alguien a la fuerza contra el suelo hasta que pueda demostrar de forma irrefutable que es capaz de ponerse en pie.
El golpe más duro y doloroso que podemos infligir ahora a Hamás y los de su clase, a los Goldstein y su ralea, sería acelerar, concluir y expedir el primer paquete de paz jamás realizado entre israelíes y palestinos. Estos días cargados de terror son precisamente los más adecuados para intensificar las negociaciones entre Israel y la OLP, para mantenerse firmes en lo que es esencial, para ser generosos y transigentes en lo que no lo es, hasta que las pocas cuestiones que quedan sin resolver se resuelvan.
Sí parece que, a pesar de todo, el acuerdo está prácticamente a la vuelta de la esquina. Los fanáticos, los lunáticos y asesinos sí que sienten agudamente el primer hálito de paz. Razón precisamente por la que están intensificando sus provocaciones histéricas y crímenes sangrientos, en un intento salvaje y desesperado de última hora de volar el puente casi terminado.
La inauguración de este puente va a ser un importante triunfo israelo-palestino: nuestro primer triunfo tras 80 años de odio y desesperación.
Amos Oz es escritor israelí.
Copyright Amos Oz, 1994.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.