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La ONU sigue evacuando heridos de Gorazde, pese a la escalada de obstáculos de los serbios

Ramón Lobo

Cuando Faruk Herenda habla de su experiencia de 12 días en el sótano del hospital de Gorazde, sus ojos se llenan de lágrimas. Tiene 54 anos y una pierna repleta de andamios de metal. Es uno de los primeros heridos que han logrado abandonar el enclave. "Los serbios no son seres humanos" dice en un susurro; "sólo querían matarnos y destruir la ciudad". La ONU continuó ayer evacuando heridos de Gorazde, pese a los obstáculos de los serbios.Faruk, como muchos de los evacuados, es un soldado. "No soy un profesional, sólo defendía mi ciudad". Resultó herido por una granada al inicio de la ofensiva. Nadie le dijo, como a ninguno de los demás evacuados, que los helicópteros de la ONU que les arrancaban del infierno de Gorazde debían hacer una parada técnica obligatoria en Sokolak, territorio bajo control serbio.

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Los soldados serbios no sólo controlaron la identidad de los pasajeros, sino que incluso uno de ellos entró dentro de los aparatos para hacer una comprobación personal. A los hombres les sacó una fotografía.

Al viejo Slobodan le querían bajar a la fuerza los serbios de Sokolac. Decían que era, por nombre y nacimiento, uno de ellos. Pero él negaba, testarudo, con la cabeza sin poder emitir una sola palabra. Tiene un cáncer de garganta que le ha devorado el último hilo de voz. Sus vecinos de camilla explicaron a los soldados que el hombre no podía hablar y que deseaba seguir hasta Sarajevo con los demás.

El caso de Slobodan retrasó el despegue de los helicópteros, lo que a juicio de Peter Kessler, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es "absolutamente intolerable", pues cada segundo es muy importante cuando una vida está en peligro. Estos obstáculos van en contra de la letra y el espíritu del ultimátum de la OTAN, que exige que, entre otros, los equipos de asistencia médica puedan entrar sin impedimentos a Gorazde.

La ONU no ha querido transformar en un problema esta cuestión, que considera menor, pues el objetivo real es llevar a cabo la evacuación y sacar de Gorazde a 400 casos graves. Sin embargo, los pilotos franceses han recibido órdenes estrictas desde París de no someterse a las inspecciones de los serbios. Ayer prosiguió por segundo día la evacuación de heridos en helicópteros. Está previsto sacar 100 cada día hasta el jueves.

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"Los últimos 10 días en Gorazde fueron absolutamente horrendos", afirma la doctora Mary McLoughllm, uno de los tres miembros del Alto Comisionado para los Refugiados que permaneció en la ciudad sitiada durante toda la ofensiva. "Los bombardeos y los disparos de los francotiradores eran continuos. No se podía salir a la calle. El hospital y los centros de refugiados fueron bombardeados varias veces. No pudo ser un accidente. Los que disparaban sabían lo que estaban haciendo. Era imposible recoger a los heridos de la calle. Ni a los muertos. Esperábamos a que anocheciera para salir a buscar los cuerpos. Ha sido una vivencia terrible. Los heridos que traemos ahora están graves, pero los muy graves murieron ya hace días".

Al niño Admir Maslo, de siete años le falta el ojo derecho. Tiene la cabeza medio escondida debajo de un aparatoso vendaje. El otro ojo está tumefacto. Con él mira de reojo a todo el mundo haciéndose el distraído. Su madre, Vahida, está junto a su cama, bien pegadita. El día en que sucedió, el 20 de abril, ella estaba en casa, como siempre, trajinando. El niño, sin salir a la calle porque era muy peligrosoÍ estaba en el vestíbulo cuando una granada explotó a su lado.

Peter Kessler, portavoz oficial de ACNUR, insistió ayer en que, pese a la mejoría de la situación, Gorazde se mantiene como un lugar "extremadamente peligroso". Muchos de los francotiradores siguen disparando, pese al ultimátum de la OTAN. Además, los serbios siguen planteando todo tipo de problemas. Un convoy de diez camiones de ACNUR que partió desde Belgrado con destino al enclave musulmán fue detenido en la frontera de Serbia con Bosnia. Ante las objeciones de los serbios, Kessler anunció que el convoy volverá hoy a su punto de partida.

"Los serbios bosnios han cumplido con el espíritu del ultimátum", aseguró ayer lacónico el portavoz de la ONU, Yasushi Akashi, que incluso cuantificó la retirada serbia en un 95% y dio muestras de estar dispuesto a sentirse condescendiente de nuevo en el segundo plazo del ultimátum, el que vence a las dos de la madrugada del miércoles y establece la retirada de las armas pesadas serbias a 20 kilómetros de Gorazde.

El general serbio Milan Gvero, se descolgó con una petición de ayuda a Uniprofor para que permita la evacuación de los "serbios prisioneros en Gorazde", aunque precisó inmediatamente que no estaba planteando un intercambio de prisioneros.

En la retirada inicial, la de los tres kilómetros, los serbios volaron una planta de agua situada al lado de la fábrica de armamentos, agravando la situación de la población. Las fuerzas de la ONU reconocieron ayer que esta actitud violaba los acuerdos de alto el fuego firmados por Akashi y el doctor Karadzic, que es como le llama el enviado de Butros Butros-Gali. El problema es que ya nadie lleva la cuenta de las faltas en este conflicto.

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