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La corrupción política en Japón derriba a Hosokawa

El primer ministro japonés, Morihiro Hosokawa, aupado al poder en una plataforma política que prometía eliminar la corrupción endémica en los círculos políticos nipones, anunció ayer su dimisión por estar implicado en transacciones presuntamente ilegales de préstamos y acciones bursátiles. Hosokawa matizó que dimitía "ante la máxima preocupación que le ocasionaba el que la Dieta [Parlamento] estuviera paralizada sin poder discutir el presupuesto estatal, que es tan necesario para el pueblo", pero ha caído después de una semana en la que se ha estrechado hasta el final el cerco a que le venían sometiendo sus adversarios políticos, algunos de sus aliados de la coalición de centro-izquierda y sus propios errores tácticos.

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El punto de no retorno fue la revelación el lunes, en una cena con dos parlamentarios de la Cámara alta, de sus deseos de abandonar el Gobierno. Esta flaqueza fue luego desmentida reiteradamente por Hosokawa, pero las consecuencias del comentario, aparentemente intrascendente, no. hicieron sino realzar las dificultades que padece Hosokawa, espolear las críticas de la oposición y ahondar las divisiones entre los siete partidos de la coalición gubernamental.El arma usada a a fondo por la oposición, que se ha convertido en letal para Hosokawa (conocido con el apodo de Senor Limpio por su política anticorrupción), fue un préstamo de 100 millones de yenes (131 millones de pesetas) procedente de la firma de transporte Sagawa Kyubin, en 1982. Hosokawa mantiene que empleó el dinero en la compra de un piso en Tokio, pero la oposición insiste en que lo utilizó al año siguiente para Financiar su campaña electoral como gobernador de la prefectura de Kumamoto, al sur del archipiélago nipón.

Al primer ministro se le acusa también de haber comprado 300 acciones del grupo de telecomunicaciones NTT en octubre de 1986, poco antes de la privatización de la empresa, y de haber revendido una parte de esas acciones seis meses más tarde, obteniendo con ello un beneficio apreciable.

Flosokawa respondió ayer, tras su dimisión, a estas acusaciones y señaló que, en su momento, reembolsó íntegramente el préstamo de Sagawa Kyubín y que no obró incorrectamente en lo relativo a las acciones de NTT. Justificó la legalidad de ambas transacciones, aunque señaló que el jueves por la noche su oficina le había comunicado nuevas irregularidades "muy complicadas", por lo que se veía en la obligación moral de dimitir.

La empresa Sagawa Kyubin -que parece ser un punto de referencia obligado de las componendas financieras de los políticos nipones- se ha visto envuelta en numerosos escándalos financieros, con la mafia japonesa de por medio, por la financiación ilegal a varios políticos. Sus donativos políticos acarrearon el ano pasado el encarcelamiento de Shin Kanemaru, uno de los políticos más influyentes del PLD (Partido Liberal Democrático), del que se escindió Hosokawa.

Durante las cuatro últimas semanas, la oposición del PLD había arreciado en sus ataques contra el primer ministro y antiguo correligionario, quien en agosto del año pasado desbancó a los liberales del poder tras 38 años de mandato ininterrumpido. El PLD bloqueaba férreamente los debates parlamentarios y exigía que Hosokawa diera explicaciones convincentes sobre sus tratos con Sagawa Kyubin.

Hosokawa había irrumpido en el primer plano de la política nipona con la vitola de gran renovador, no sólo por la imagen que ofrecía (algunos le calificaban de Kennedy japonés) sino, sobre todo, por su objetivo fundamental de eliminar la corrupción política.

El dimisionario primer ministro ha sabido lidiar, apoyado en unas enormes cuotas de popularidad, con algunos espinosos asuntos, como el de la apertura del mercado de arroz, y plantar cara a EE UU en su chirriante disputa comercial, batallas de las que ha salido siempre airoso y con más puntos en las encuestas.Renovación mediocre

La actuación del primer ministro como paladín de la renovación del mundo político han sido bastante mediocre. Sólo consiguió ver aprobada una reforma política aguada, a la que llegó tras un sufrido compromiso con el PLD, y dio marcha atrás en un aumento del llamado impuesto de bienestar y en la reforma del gabinete ante la oposición del primer secretario, Masayoshi Takernura.Su caída ha sido muy chocante para los círculos financieros, que miraban esperanzados el futuro a medio plazo para salir de la recesión. La recuperación en ciernes puede torcerse con el torbellino político que se avecina y que se acrecentará si el país se ve abocado a unas elecciones generales.

Ahora, todo depende de cuánto vaya a costar a los siete partidos políticos de la coalición aglutinarse en torno a un nuevo líder. Todo apunta a una división en dos grupos: uno partidario del ministro de Asuntos Exteriores, Tsutomu, Hata, y otro favorable a Masayoshi Takernura mano derecha de Hosokawa. No es descartable que la heterogénea coalición de centristas y socialistas acabe saltando estruendosamente por los aires. Se ignora cuál será el futuro político de Morihiro Hosokawa, ya que sigue manteniendo su escaño parlamentario.

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