Cuarteto de cámara

Uno de los directores de moda es el polaco Krzysztof Kieslowski; sus últimas películas ganan importantes premios en festivales internacionales, se le perdona todo, y además incluso tiene éxito de público. Sin embargo, nadie se acuerda de su compatriota Krzysztof Zanussi, que estuvo de moda durante los años setenta y buena parte de los ochenta. Nacido en Varsovia, al igual que Kieslowski, en 1939, sólo dos años antes que él, Zanussi adquiere fama internacional con Vida familiar (1971), Iluminación (1973), Balance matrimonial (1975), Espiral (1978). Una serie de producciones realizadas en Polonia donde analiza la sociedad polaca a través de destacados miembros de su generación.

El prestigio ganado con estas obras y su facilidad para los idiomas llevan a Zanussi a rodar interesantes policíacos en inglés, películas más personales en alemán e incluso hace en Italia una biografía de Juan Pablo II, De un país lejano (1991). Mientras, gana el León de Oro de la Mostra de Venecia con El año del sol inmóvil (1984), otra producción polaca.

Ahora, cuando ya casi nadie le recuerda, se estrena en Madrid El toque silencioso (1992), una coproducción europea hablada en inglés que se sitúa entre los mejores trabajos de la última etapa de su carrera. Producida entre Polonia y el Reino Unido, en gran parte rodada en Dinamarca, protagonizada por el sueco Max von Sydow y la inglesa Sarah Miles, se trata de una muy personal coproducción.

Narra cómo un misterioso joven viaja desde una ciudad de Polonia hasta Copenhague para entrevistarse con el famoso compositor Henry Kesdi, que a sus 75 años vive apartado del mundo y lleva 40 sin componer, y conseguir que vuelva al trabajo, que componga una última sinfonía, que resucite, que vuelva a vivir.

Buena parte de la acción se desarrolla en la agradable casa de campo donde vive retirado el compositor con su mujer, y gira en torno a las relaciones que se establecen entre el joven, el matrimonio mayor y una secretaria jovencita, un peculiar cuarteto de cámara. Origen no sólo de una nueva sinfonía, que tiene gran éxito en su estreno, sino también de un bebé con asma.

Tal como es habitual en su cine, Zanussi maneja con maestría los elementos que tiene entre manos, sabe crear la atmósfera necesaria para que se desarrolle la compleja relación entre sus personajes y consigue que además estén llenos de sinceridad y vida. Y, al igual que le ocurre a Kieslowski, su cine tiene una fuerte carga católica, quizá excesiva, reflejada en El toque silencioso en el misterioso joven con extraños poderes, un ángel de la guarda capaz de revivir a un viejo enfermo, de curar el asma a un bebé, de hacer que de la muerte surja la vida.

Buena parte de la fuerza de El toque silencioso nace de la intensidad que Zanussi sabe imprimir a sus intérpretes. De forma que Max von Sydow está excelente como el viejo compositor Henry Kesdi, quedando en un eficaz segundo plano Sarah Miles como su mujer, la debutante Sofia Grabol como su secretaria y el extraño Lothaire Bluteau como el misterioso muchacho, el ángel de la guarda del grupo.