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Reportaje:

La radiocirugía para curar tumores cerebrales y otras lesiones se consolida en España

La técnica no invasiva consigue un 80% de eficacia en pequeñas lesiones

La conveniencia de emplear la radiocirugía, una nueva técnica para tratar tumores cerebrales benignos y otras lesiones intracraneales sin necesidad de intervención quirúrgica, ha sido recientemente evaluada por el Ministerio de Sanidad, aunque el primer equipo moderno español de radiocirugía hace ya más de dos años que funciona. José Samblás, director de la unidad de radiocirugía del sanatorio San Francisco de Asís y coordinador del informe oficial, cree que en los próximos años esta técnica se consolidará como complementaria a la neurocirugía convencional.

Esta técnica no invasiva, que requiere solo unas horas de ingreso en el centro hospitalario, trata con un índice de eficacia del 80% tumores cerebrales bien delimitados de diámetro no superior a los 35 milímetros, así como malformaciones arteriovenosas o angiomas (pequeños conglomerados de vasos sanguíneos como los que en la piel producen los antojos típicos de los bebés), que en el cerebro pueden dar lugar a peligrosas hemorragias en caso de rotura.En muchas ocasiones, estas lesiones se sitúan en puntos difíciles, donde una intervención quirúrgica supone un alto riesgo de secuelas e incluso de muerte. "Hace cuatro años, un paciente con un problema así tenía que arreglárselas para ir a Estados Unidos o a Suecia", dice Samblás.

"La idea original del creador de la radiocirugía, el sueco Lars Lecksell, era producir lesiones muy delimitadas y estables en las estructuras profundas cerebrales sin necesidad de trepanación, y de esta manera eliminar las tres barreras clásicas de la cirugía: el dolor, la hemorragia y la infección", explican los expertos encargados de elaborar el documento oficial para la evaluación de esta técnica en España.

Los albores de la radiocirugía se sitúan en 1951, si bien los aparatos de uso más difundido actualmente no comenzaron a fabricarse hasta principios de los ochenta. Hoy existen más de 200 hospitales en el mundo con unidades de radiocirugía, cinco de ellos en España (el sanatorio San Francisco de Asís, la clínica Puerta de Hierro y el Rúber Internacional, en Madrid; el Instituto de Radiocirugía de Barcelona y el hospital Clínico Universitario de Valencia). Sólo en Madrid, 400 enfermos han sido ya tratados.

Complemento terapéutico

En casos de tumores cerebrales que se reproducen por metástasis, 0 en los tumores mal delimitados, que crecen infiltrándose, la radiocirugía se entiende únicamente como un complemento en el tratamiento con técnicas convencionales como la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia global de toda la cabeza. Es posible controlar el crecimiento de metástasis localizadas y de volumen reducido en 90 de cada 100 pacientes, "con casos de supervivencia prolongada cuando hay control del tumor primitivo", añade Samblás. "Con esto no curamos la enfermedad inicial, que es el cáncer, pero evitamos que el enfermo muera"."La principal diferencia entre la radiocirugía y la radioterapia convencional es que esta última suministra menos cantidad de radiación a una zona más amplia de la cabeza, en varias sesiones.

En la radiocirugía se administra una sola dosis de radiación muy elevada al punto concreto en que se encuentra la lesión, con una resolución de 0,2 milímetros", aclara Salvador Somaza, neurocirujano venezolano del centro de neurocirugía de la Universidad de Pittsburg (EE UU). Con las altas dosis de radiación se consigue destruir el tumor (se habla de impedir su crecimiento) o cerrar los vasos sanguíneos que en los angiomas cerebrales han producido la hemorragia.

Para evitar que el resto del cerebro se vea afectado por tanta radiación, lo que produciría graves lesiones, se envían a la vez muchos haces de muy baja energía desde varios puntos de la cabeza, de forma que la dosis sea muy alta sólo en el punto de intersección.

"Lo primero que hacemos es colocar al enfermo una guía estereotáxica -un anillo fijo en la cabeza por cuatro puntos con anestesia local- que nos permite localizar en el espacio cualquier punto. Esté donde esté el tumor, tiene unas coordenadas exactas; con el anillo se hacen escáneres, una resonancia magnética, una estereo-, graria... todos los métodos disponibles para localizar el problema.

El segundo paso es definir cuál es la mejor estrategia para adaptarnos a la forma de la lesión, buscando darle la dosis necesaria y al mismo tiempo que a su alrededor la radiación sea la menor posible", dice Samblás. Tras los procesos previos de planificación, localización de las coordenadas de la lesión, "la irradiación dura sólo unos minutos, y al día siguiente el paciente podrá volver al trabajo", afirma Samblás.

Control posterior

William Friedman, neurocirujano de la Universidad de Florida y uno de los creadores del sistema más moderno para radiocirugía, resalta entre las desventajas de esta técnica el hecho de que la hemorragia en los angiomas cerebrales pueda permanecer abierta hasta pasados dos años de la sesión."Con la radiocirugía, el paciente no tiene que sufrir una intervención quirúrgica dentro de su cerebro", explica Friedman, pero cada seis meses debe ser controlado para verificar si la lesión se ha cerrado. Si no ha sido así, y si al tercer año sigue abierta, se le somete de nuevo a radiación. Para estos casos el índice de eficacia pasados otros dos años es del 80%.

Entre otros efectos secundarios, Samblás advierte que en algunos tumores como los neurinomas (tumores benignos que crecen en la vaina de los nervios), la radiocirugía puede afectar el nervio en 10 de cada 100 pacientes, "pero el daño es siempre temporal y reversible", matiza.

Por el momento, esta técnica no invasiva no puede ser aplicada a tumores no cerebrales. Según Friedman, el único obstáculo para ello es la falta de equipo adecuado.

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