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Un amplio espectro de nacionalistas y comunistas forjan en Rusia un frente contra YeItsin

Pilar Bonet

Un amplio espectro de fuerzas de oposición de Rusia trató ayer de arrebatar la iniciativa al presidente Borís Yeltsin y presentó en público su propio programa de consenso social, en el que se renuevan viejas alianzas entre nacionalistas y comunistas. La iniciativa, que se ha hecho sin contar con el ultra radical Vladímir Zhirinovski, está presidida por el ex presidente del Tribunal Constitucional de Rusia Valeri Zorkin y cuenta en sus filas con un amplio elenco de políticos; entre ellos, el ex vicepresidente Alexandr Rutskói. En Vla divostok, la toma por fuerzas especiales de la policía del edificio del Ayuntamiento, tras ser destituido el alcalde, acusado de corrupción, desató una inquietud que se disolvió a lo largo del día.

Alexandr Rutskói no asistió ayer a la presentación del nuevo movimiento, bautizado como Acuerdo para Rusia, y su proclama inagural, un texto en clave emotiva que exhorta a los ."ciudadanos-patriotas" a unirse en nombre del futuro del país."Sólo tenemos un camino para la salvación, recobrarnos, tendernos la mano y perdonarnos los reproches y pecados mutuos. Cada nuevo conflicto incrementa el peligro de que Rusia perezca", señala la proclama que fue firmada por Zorkin; Rutskói; el líder de los comunistas rusos, Guennadi Ziugánov; el líder del partido agrario, Mijaíl Lapshin, y una docena de políticos de diversas tendencias nacionalistas, incluido el escritor Alexándr Projánov, ideólogo del Frente de Salvación Nacional, una organización prohibida a raíz de los enfrentamientos violentos del pasado otoño. Entre los inspiradores del manifiesto se cuenta Alexandr Tsipkó, un alto cargo en la fundación del ex dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.

El consenso no puede ser obtenido "por orden desde arriba" y sólo puede ser una "iniciativa desde la base", manifestó ayer Zorkin en una clara alusión a los planes del presidente Yeltsin, quien quería ver elaborada una Carta de Consenso Social para fines de este mes.

Abierto a todos

El movimiento Acuerdo para Rusia se declara abierto a todos los ciudadanos del país y asegura no establecer diferencias entre liberales y comunistas, entre empresarios y obreros, entre granjeros y trabajadores de la agricultura colectiva, así como entre los partidarios de un poder republicano y un poder presidencial. Los puntos recogidos por la proclama incluyen evitar la desintegración de Rusia, restablecer la fuerza y potencia del Estado ruso, conservar el potencial científico-técnico y de Defensa, impedir la destrucción de la industria y devolver a los pueblos de la federación la sensación de unidad y de pertenencia a un Estado soberano, así como el "orgullo" por ello.

En ausencia del presidente Borís Yeltsin, que sigue descansando en Sochi, en la costa del mar Negro, su ayudante Gueorgui Satárov se negó ayer a hacer valoraciones precipitadas del nuevo frente y señaló que todo dependía de su sinceridad. Siempre es mejor que el vicepresidente firme exhortaciones al consenso y el acuerdo que órdenes de asalto, señaló lacónico Satárov. Ni Rutskói ni otros políticos de oposición fueron invitados por Yeltsin a una reunión celebrada el 10 de marzo en busca de un pacto de consenso social.

Acuerdo para Rusia ha sido una iniciativa rapidísima que ha cristalizado en el curso de tres días, según manifestó ayer uno de los implicados. Muchos de los que participaban en la presentación ayer en los locales de la Duma Estatal (Cámara baja) apenas habían tenido tiempo de leerse la proclama, incluido Vasili Lipitski, uno de los dirigentes del Partido Rusia Libre, que preside Rutskói. Lipitski trató de restar importancia a la campaña por la presidencia de Rusia.

En los pasos que están dando los políticos de oposición antiyeltsinista se advierte ahora un exquisito cuidado en evitar acciones que pudieran dar pie a una acción expeditiva por parte del presidente. Asumiendo que el tiempo trabaja a su favor si no hay conmociones, la oposición ha comenzado a concentrarse en el reforzamiento de estructuras que le permitan llegar al poder por la vía legal dentro de dos años, y ha decidido no asustar a quienes hoy ocupan el Kremlin.

La inquietud volvió ayer por un momento al territorio ruso tras una noticia que saltó a la calle a primera hora del día. Unos cincuenta miembros de las fuerzas especiales de la policía, los temidos OMON, tomaron ayer la alcaldía de VIadivostok, en el extremo oriente ruso, después de que el alcalde, Víktor Cherepkov, fuera destituido acusado de corrupción. La agencia Interfax señaló que el alcalde fue detenido por órdenes de la fiscalía de Primorie, región de la que depende Vladivostok.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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