Indultado un 'Victorino'
Un victorino, Garboso de nombre, corrido en cuarto lugar, volvió vivo a los corrales después de ofrecer un extraordinario espectáculo de bravura y nobleza. Ocurrió en Olivenza, una plaza de tercera categoría, en la que es ilegal indultar a un toro, y Ortega Cano fue el torero afortunado. Sobre la legalidad primó el veredicto del público que, puesto en pie y emocionado, solicitó unánimemente el perdón. Ortega Cano entró por la puerta de la sustitución, en lugar del lesionado Espartaco, y salió por la del triunfo tras su encuentro fortuito y feliz con el toro.Victorino Martín envió una corrida muy bien presentada y brava, que trajo por la calle de la amargura a los toreros. El momento culminante llegó en el cuarto, un toro bonito, en el tipo de la ganadería, que se coló en el capote, y demostró una excepcional bravura en el caballo, con el que mantuvo una pelea pujante en tres varas; galopó largo en banderillas y llegó a la muleta codicioso y orgulloso.
Martín / Cano, Ponce, Jesulín
Toros de Victorino Martín, bien presentados y bravos. 4º indultado.Ortega Cano: estocada (ovación); dos orejas y rabo simbólicos. Enrique Ponce: estocada (oreja); casi entera (ovación). Jesulín de Ubrique: media y descabello (oreja); dos pinchazos, estocada y descabello (oreja). Plaza de Olivenza (Badajoz), 6 de marzo. Lleno.
Ortega tardó en entrar en acción; incluso fue achuchado cuando lo pasaba por bajo. Pero el toro se lucía solo, se comía la muleta y pedía un torero de planta. Ortega hizo un esfuerzo, tomó la izquierda y nació la tauromaquia en todo su esplendor. La plaza asistió exultante a un espectáculo impropio de estos tiempos: toro y torero, fundidos, en series de naturales largos y excelsos. Fueron unos momentos emotivos y profundos. La. conjunción se antojó perfecta: el galope del toro, desconocido y sorprendente; la estética de Ortega Cano, de muchos quilates.
Los toreros estuvieron muy precavidos, incluso Ortega Cano en su primero. Ponce no se acopló con el segundo, y se mostró desconfiado e inseguro, aunque templó la embestida del quinto, el más flojo. Jesulín, vulgar, con el codicioso tercero, estuvo muy valiente con el que cerró plaza.
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