La estrella y el rebelde

ROCÍO GARCÍAUna estrella de colores y un rebelde en negro. Ésa era la imagen que presentaban ayer en Madrid la protagonista y el director de Cómo ser infeliz y disfrutarlo. Junto a una Carmen Maura maquilladísima, recién salida de la peluquería, con grandes pendientes de pedrería que hacían juego con un traje de chaqueta de luminosos colores, se sentaba Enrique Urbizu, todo de negro, chupa de cuero y botines de rockero, un pendiente discreto y una larga melena desarreglada recogida en una coleta.

Cómo ser infeliz y disfrutarlo es el tercer filme del bilbaíno de 31 años Enrique Urbizu. Sus dos anteriores fueron una comedia urbana vasca, Tu novia está loca, y Todo por la pasta, considerado el mejor thriller de acción rodado en España en los últimos años.

Urbizu sólo se siente unido a la nueva generación de directores vascos (Julio Medem, Juanma Bajo Ulloa y Alex de la Iglesia) por la edad y el lugar de nacimiento. "Medem y Bajo Ulloa hacen un cine quizás más arriesgado a nivel personal. En cambio, a Alex y a mí nos gustan cosas más distintas", dice Urbizu, quien se reconoce más cercano al cine americano que al europeo. "Me siento más influido por Tarantino [el director americano de Reservoir dogs] que por el suizo Alain Tanner".

Urbizu ha buscado una salida a la violenta monotonía del País Vasco a través de la comedia y la risa. "El cine que refleja la situación vasca me parece monótono y no me interesa como espectador, aunque sí algo más como ciudadano", reconoce Urbizu, para quien la comedia es, además de un género popular, una manera no traumática de acercarse a la realidad. "La risa es la válvula de escape de este inundo", señala este director que, aunque prepara otra comedia, Cuernos de mujer, está deseoso de cambiar de género.