_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Misión imposible

LA PERSISTENCIA de la presencia de los cascos azules en Bosnia-Herzegovina está siendo ya abiertamente cuestionada y no sólo en los países -entre ellos España- que tienen tropas destacadas allí. La posibilidad de su retirada en la primavera próxima, que comenzó siendo sólo un recurso más de los mediadores internacionales, especialmente David Owen, para presionar a una de las partes -al Gobierno de Sarajevo- hacia posturas de mayor transigencia o docilidad, es ya una opción real, incluso probable. Lo es por la certeza consolidada, tanto en las capitales europeas como en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, de que los cascos azules no pueden ya cumplir la misión que en su día les fue encomendada: suministrar la ayuda humanitaria a la población civil mientras se lograba un acuerdo de paz entre los contendientes.Tan sólo un pequeño porcentaje de la ayuda humanitaria necesaria está llegando a su destino y la paz negociada está más lejos que nunca. Hasta los más disciplinados mandos militares de los cascos azules han llegado a la conclusión de que cada día que permanecen en Bosnia sin el mandato ni la fuerza requeridos para cumplir su misión es una humillación más para sus tropas y para la propia ONU. Los oficiales de los ejércitos de Francia, Reino Unido, Canadá y España están literalmente hartos de aguantar con las manos atadas los hostigamientos de bandas de asesinos armados que impiden el paso de la ayuda humanitaria que escoltan. Sin voluntad política de sus Gobiernos, están ante una misión imposible. Es injusto y contraproducente exigirles lo irrealizable.

La actuación de los cascos azules -entre las más meritorias, la española- ha salvado muchas vidas. No cabe duda. Pero también es cierto que esta ayuda humanitaria ha sido utilizada para que los Gobiernos occidentales tranquilizaran su conciencia y postergaran toda decisión que fuera más allá de paliar superficialmente los efectos de la guerra. Posiblemente los seis niños que murieron bajo el bombardeo serbio hace unos días en Sarajevo habrían muerto antes de hambre sin la ayuda internacional. Pero es difícil justificar las muertes de soldados lejos de su patria, los inmensos costes de la operación y el grave deterioro de la imagen de la ONU, de la OTAN y de la Unión Europea, con el argumento de que los destrozados cadáveres de estos niños estaban bien alimentados hasta ese fatídico día.

Es duro decirlo así, pero dura es esta guerra y durísima también la certeza de que para algunos Gobiernos occidentales la decepción está ante todo en el hecho de que el Gobierno bosnio no se haya rendido aún ante los dos Estados vecinos, Serbia y Croacia. La situación actual no hace sino confundir a todos, crear fisuras en la alianza occidental y tensiones graves en la ONU, donde la actitud del secretario general, Butros Gali, en esta crisis ya está provocando dimisiones entre los altos funcionarios en Nueva York.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Si los cascos azules consiguen hoy llevar algo de ayuda a. su destino es porque no encuentran resistencia alguna. Por tanto, la misma labor podría llevarla a cabo cualquier organización humanitaria civil. Estados Unidos acaba de rechazar toda presencia militar propia sobre el terreno en Bosnia. Europa no parece capaz de tomar ninguna decisión efectiva sin el liderazgo de Washington. Es triste pero es obvio. Occidente en general ha dejado claro que no está dispuesto a combatir por la integridad y soberanía de Bosnia -que ya ha enterrado-, y los países islámicos no hacen sino proclamar solidaridades tan verbales como gratuitas y vanas.

Así las cosas y sin acuerdo de paz en primavera, la comunidad internacional debería reconocer su fracaso y plantearse la posible retirada de los cascos azules. En este caso, habría que poner fin al embargo de armas, esa peculiar intervención internacional que durante casi dos años de guerra ha impedido que el Gobierno de Bosnia pueda al menos defenderse a sí mismo. Sólo cuando las fuerzas se igualen tendrán Belgrado y Zagreb interés en negociar en serio una paz estable.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_