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Tribuna:LA HUELGA DEL 27-E
Tribuna
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¿Y ahora, qué?

Luis R. Aizpeolea

La huelga de ayer, pese a su repercusión, no tendrá consecuencias políticas de especial alcance. El Gobierno mantendrá sus posiciones sobre la reforma del mercado de trabajo mientras los sindicatos, con el exclusivo respaldo político de IU, insistirán en la necesidad de retirarla. Lo habían dejado claro en los días previos el jefe de Ejecutivo, Felipe González, y los ministros de la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, y de Trabajo, José Antonio Griñán. Sólo están dispuestos. a negociar mejoras, pelo sobre la base de la misma reforma y con un acuerdo previo entre empresarios y sindicatos.Tras esta huelga, el Gobierno se encuentra con que el foso que le separaba por la izquierda de IU y los sindicatos se ha hecho más profundo, y sus lazos por el otro flanco se han reforzado. El Ejecutivo juega con la baza del respaldo a sus medidas por la mayoría de los partidos de la oposición: el PP y los nacionalistas catalanes de CiU y vascos del PNV.

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La huelga avala la propia política de alianzas del Gobierno. La actitud del presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, es una clara manifestación de ello, al asegurar que el Gobierno perderá su respaldo parlamentario si cambia de política económica por la presión de la huelga.

Por si fuera poco, el portavoz del PP, Rodrigo Rato, también reiteró ayer el apoyo de su partido a las medidas del Gobierno. Ésa es precisamente una de las diferencias básicas de esta huelga con la del 14-D, lo que también ayudará al Gobierno a mantener sus posiciones, una vez pasada la sacudida de ayer. Y no sólo le ayudará, sino que le impedirá la marcha atrás.

El mismo hecho de que la huelga haya sido un éxito en las zonas industriales y que su repercusión fuera menor en las áreas rurales es otra manifestación ole lo mismo y otra clara diferencia con el 14-D. La huelga tuvo especial incidencia allí donde hay presencia e influencia sindical, mientras que en el 14-D la huelga tuvo un respaldo generalizado en todos los ámbitos.

Pero el hecho de que las alianzas del Gobierno y su ingeniería política no sufran merma tras la protesta no significa que no tenga un costo para el Ejecutivo. Entre los huelguistas de ayer había numerosos votantes que el. 6 de junio acudieron a las urnas siguiendo la consigna de González de "parar a la derecha". El Gobierno trata de minimizar este aspecto, pero el propio presidente del PP, José María Aznar, ya se ha encargado de airearlo en vísperas del paro.

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De todos modos, la principal obsesión del Ejecutivo, una vez conocida la inevitabilidad de la huelga, ha sido cuidar su imagen externa. Para ello, ha puesto el acento en la estrategia informativa.

Tras la gran repercusión de la huelga de ayer en las zonas industriales de España, algunos portavoces del Gobierno insistían en la conveniencia de realizar un fuerte despliegue informativo para explicar el alcance de la reforma y su "repercusión positiva en el empleo". De todos modos, reconocían, esto no se podrá entender hasta que se compruebe con hechos que la reforma sirve para crear empleo.

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