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Clinton opta por un secretario de Defensa cuya confirmación no presenta seríos problemas

Antonio Caño

El nombramiento de William Perry, un matemático con fama de buen administrador pero sin experiencia en planificación política, como próximo secretario de Defensa de Estados Unidos parece orientado por el deseo del presidente Bill Clinton de encontrar para ese cargo a una persona que goce de la confianza y el respeto de los militares, al mismo tiempo que no presenta de antemano problemas para su confirmación por el Congreso.

Perry sustituirá en el cargo a Les Aspin, quien dimitió el pasado mes de diciembre, pero que permanecerá en funciones hasta la definitiva confirmación de Perry por parte del Congreso.Con la designación de Perry, hasta ahora número dos del Pentágono, se cierra un nuevo capítulo del dificultoso proceso de selección de cargos en esta Administración. El anterior designado para el cargo, Bobby Inman, renunció la pasada semana tras anunciar una confabulación en su contra supuestamente orquestada por la prensa y la oposición republicana.

Con este anuncio se pone también fin a una ola de rumores que aseguraban que el propio Perry había rechazado la oferta que le había hecho Clinton el viernes pasado. El presidente. nombró a Perry apresuradamente para desactivar la impresión de que la secretaría de Defensa, uno de los cuatro cargos más importantes en la jerarquía del Gabinete, se había convertido en una puesto que nadie quería ocupar.

Después de Inman, según la prensa norteamericana, otras dos altas personalidades políticas, el senador Sam Nunn y el ex senador Warren Rudinan, renunciaron al cargo que les propuso el presidente. Clinton desmintió ayer ese extremo y aseguró que el puesto no se le había ofrecido a nadie más que a Inman y Perry. The New York Times publicaba ayer que Perry se resistió al nombramiento.

Diferencias con el Pentágono

La relación entre Clinton, en cuyo historial destaca el hecho de que se negó a acudir a la guerra de Vietnam, y el Pentágono ha sido durante este primer año de su Gobierno cualquier cosa menos positiva y constructiva. El acceso de los homosexuales al Ejercito y la reducción del número de efectivos y medios de las Fuerzas Armadas habían sido los dos principales asuntos de discrepancia.El presidente Clinton aseguró al presentar su nuevo designado en una ceremonia celebrada en la Casa Blanca que Perry, de 66 años, posee "la experiencia de mando" y "la visión" necesarias para este puesto.

William Perry manifestó que las principales tareas de su gestión serán las de "mantener la moral de las fuerzas de combate" y hacer frente a los desafíos que se presentan "en estos momentos de grandes cambios, grandes retos y grandes oportunidades".

"Necesitamos seguir reestructurando nuestras fuerzas para esta nueva era de forma que sigan siendo las mejor entrenadas, las mejor equipadas, las mejor preparadas y las más motivadas del mundo", afirmó Perry.

Como un ejemplo del ambiente que rodea cada uno de los nombramientos de Clinton, uno de los periodistas que acudió al acto de ayer preguntó a Perry si tiene en su pasado algún problema de contratación de empleados domésticos iegales.

El camino más fácil

Con la elección de Perry, el presidente Clinton parece haber optado por el camino más fácil. Más fácil para los militares, que son reacios a lidiar con políticos con demasiada personalidad. Más fácil también para el Congreso, donde Perry, un funcionario con fama de eficaz, no parece tener por el momento enemigos declarados. Y, desde luego, más fácil para el propio Clinton, que no quiere que su buen nivel de popularidad actual se vea afectado con un nuevo conflicto en su equipo de Gobierno.A cambio, los observadores destacan que Perry carece de la autoridad política que han tenido anteriores secretarios de Defensa, un cargo desde el que, además del manejo administrativo del Pentágono, se influye también de manera considerable en la elaboración de la política exterior.

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