_
_
_
_

El arte de los dioses

Nuestra concepción del mundo, naturalista y científica, es esencialmente una creación del Renacimiento. Cuando en 1414 se descubrió en la abadía de Montecassino, a mitad de camino entre Roma y Nápoles, el tratado De Architectura de Vitruvio, se abrió uno de los periodos históricos más apasionantes y trascendentales del arte occidental.Frente al arte gótico -que los italianos siempre habían considerado una herencia de los bárbaros-, esta nueva arquitectura se basaba en dos premisas fundamentales: el uso exclusivo de figruras geométricas elementales y relaciones matemáticas simples; y la reutilización de los órdenes clásicos de la tradición grecorromana.

Este renacer arquitectónico se concentró inicialmente en una ciudad, Florencia; un artista, Filippo Brunelleschi; y un edificio, Santa Maria dei Fiore. Florencia fue la cuna de la cultura humanista en todas sus variedades; Brunelleschi -que asombró la sus contemporáneos con el descubrimiento de la perspectiva: una nueva forma de ver, mirar y representar- erigió, gracias a sus conocimientos de la tecnología constructiva más puntera, la obra que simboliza el comienzo de la arquitectura renacentista: la cúpula de la catedral florentina.

Más información
Catedrales de juguete

La nueva belleza -definida por Leon Battista Alberti como un todo en el que "nada se puede añadir, quitar ni cambiar sí no es para empeorarlo"- se entendía como expresión de la verdad divina, y a la invención humana se le concedía una importancia que se aproximaba al poder creativo del mismo Dios. Esta apoteosis del artista individual llegó a su apogeo en el siglo XVI con Leonardo, Rafael y Miguel Ángel.

Al igual que el Quattrocento, también el espíritu del Cinquecento puede quedar representado por una ciudad, Roma; un artista, Miguel Ángel; y un edificio, San Pedro del Vaticano. Roma, ya en poder de papas ilustrados, recuperó el esplendor monumental perdido en la Edad Media. Miguel Ángel completó los frescos de la Capilla Sixtina y levantó otra grandiosa cúpula que representa la universalidad de la Iglesia católica y el poder del Papa romano, y que ha llegado a ser uno de los símbolos más permanentes de nuestra civilización.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_