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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La enseñanza universitaria en Europa.

Soy un estudiánte europeo entrado en años. Le escribo porque me preocupa el estado de nuestras universidades europeas. Un ejemplo: me llegan noticias de mi corresponsal en la Universidad Complutense de Madrid, otro veterano. Me cuenta que las cosas han cambiado poco desde el fugaz paso por sus aula s en 1986: mus, masificación, apatía, deserciones. El método de aprendizaje sigue siendo el mismo. Te haces con los apuntes, te los estudias y los reproduces en' el examen final. 0 si flojeas de la memoria, en lugar de estudiar, escribes 20 exámenes en casa, te los guardas en la faja y pegas el cambiazo en el momento oportuno. Vale.¿Qué hacer en entorno tan estéril? La opción a primera vista más *razonable es huir y hacérselo de otra manera: currar de hombre rana en las Fiyi, montar un taller mecánico en Sabadell o vivir de la poesía. Lo que sea. Otra opción, ésta e dicen que aún muy popular, es dejarse caer por clase de vez en cuando, quejarse de lo mal que está la Universidad y renquear para adelante.

Se me ocurre una tercera opción para aquellos estudiantes que decidan quedarse: aprender a aprender, un arte que creo que se enseña en pocas universidades. Me refiero a aprender a conocer nuestro propio estilo de aprendaje.

Hay personas, por ejemplo, que prefieren aprender un idioma extranjero a base de reglas. Otras funcionan mejor con ejemplos. Los hay torpes o desganados a la hora de leer en otra lengua, pero que oralmente se expresan de maravilla. Otro ejemplo: en nuestras universidades europeas no se suele enseñar a la gente a leer, escribir o hablar de forma eficaz o crítica. Entre otras cosas, se da por supuesto que todo estudiante sabe leer, olvidando que hay infinidad de formas de leer: leer para dar con información específica, leer para anotar las ideas principales, leer para criticar la obra ajena, leer por si hubiera o hubiese redundancias rechinantes, etcétera. Cada lector es un mundo aparte, una colección única de virtudes, defectos e intereses. Lo que a todos nos une, en la lectura como en lo demás, es nuestra condición de eternos aprendices.

Estas reflexiones en torno a Sabadell y el aprendizaje me dan una idea barata, ideal para estos tiempos de recesión: dado que el sistema educativo británico también deja que desear, la próxima semana monto en la facultad un taller de aprendices en esto. del aprendizaje. Nos reuniremos, a la hora del té para discutir (tranquilamente) nuevas y viejas formas de estudiar y de hablar. Desde aquí os animo, compañeros/as hispanos/as, a hacer lo propio en vuestras hermosas lenguas y tabernas. Por el cambio.-

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