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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Doble lenguaje

LA DECIMOTERCERA cumbre de la OTAN concluyó el martes en Bruselas con unos éxitos aparentes que parecían satisfacer a todos. Los jefes de Estado o de Gobierno asistentes sonrieron una vez más para la fotografía común: nuevamente han conseguido -una perfecta simbiosis entre los grandes principios de la paz y las miserias de la impotencia. Nuevamente certifican el final de la guerra fría y una vez más consagran las divisiones existentes entre dos bloques que se miran con sospecha pese a los frecuentes guiños. Y nuevamente dan tantas pruebas de su voluntad y capacidad para defenderse frente a enemigos exteriores -especialmente nucleares- como de su ineptitud para imponer la paz en zonas que, como la de Bosnia-Herzegovina, bajo ningún concepto pueden considerar alejadas de los propios centros neurálgicos de preocupación colectiva.Los dos acontecimientos presentados por el presidente Clinton como éxitos notables tanto personales como de la reunión pueden ser interpretados con algo menos de optimismo. El acuerdo de desarme nuclear de Ucrania, cuya firma por Clinton, Yeltsin y Krav-chuk, presidente de la antigua república soviética, está prevista para mañana en Moscú, no parece estar tan ultimado como pretende el presidente norteamericano. Por el momento y viendo las reticencias de Kiev, se mantiene en el terreno de los acuerdos de principio. Quedan. por resolver importantes cuestiones relativas al desmantelamiento de las armas de una Ucrania -nadie lo olvide- es hoy la tercera.

Potencia nuclear del mundo.

Por otra parte, el gran proyecto de Asociación para la Paz, en el que la OTAN ofrece la participación de los países del antiguo bloque socialista, da la impresión de ser más el marco para una ciudadanía de segunda clase que el gran instrumento propuesto por Estados Unidos para la colaboración militar entre la Alianza y el antiguo bloque del Este. Rusia, Polonia, la República Checa, Eslovaquia y Hungría quieren pertenecer a la OTAN, no quedarse a sus puertas durante un periodo de tiempo cuyo horizonte final es muy vago. Los tiempos que corren en Europa central y oriental no invitan precisamente a observar con tranquilidad y parsimonia el futuro. El proyecto de la Asociación para la Paz, lejos de superar la guerra fría, como se anuncia, amenaza con recrear una gran frontera entre dos bloques. La vaguedad deliberada dé la vinculación de la seguridad de aquellos países con la de la OTAN tiende a dejarlos en un limbo geopolítico. Lo único que marca la diferencia con la situación anterior es que ahora uno de los dos antagonistas es mucho más débil que el otro: la paz se garantiza por debilidad y no por una amenaza de exterminio total. Aunque parezca sarcástico decirlo, el paso es positivo.

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Pero el éxito de esta cumbre atlántica no está ahí. Debe verse en el -reforzamiento de la relación entre -Estados Unidos y la Unión Europea, erosionada por los mal disimulados deseos de una parte de la Europa comunitaria (y de la UEO, su utópico brazo militar) de gestionar independientemente su propia seguridad y por tendencias norteamericanas de concentrar su interés en otras partes del globo fuera de Europa. Clinton parece haber comprendido que la Identidad Europea de Seguridad y de Defensa -es el nuevo término acuñado para ello- fortalece el pilar europeo de la Alianza sin romper la colaboración atlántica y que ésta es imprescindible -y lo será en un futuro previsible-

Eso sí, se elude de nuevo, tras la retórica de enérgicas advertencias, la responsabilidad en relación con el conflicto en la ex Yugoslavia. La OTAN se pone a disposición de la ONU o de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE) y vuelve al concepto propuesto ya hace casi un año por el presidente Clinton: la posibilidad de ataques aéreos selectivos para aliviar el cerco de ciudades bosnias. Se trata de una repetición de la historia del pastor y el lobo. Nadie la- cree ya, y menos que nadie, los líderes serbios, que estos días han respondido a la OTAN con un redoblado ímpetu en sus bombardeos sobre Sarajevo.

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