Naufragio en la Gran Vía
Todos los artistas tienen días negros. El lunes le tocó la china a Raphael, un cantante que ha demostrado su gran profesionalidad a lo largo de 30 años y de 74 álbumes, el último de los cuales, Fantasía, saldrá a la venta el próximo día 20. Lo que aquí se constata no es una trayectoria, sino un concierto concreto que habría que olvidar si no fuera por la circunstancia que lo propició y por la expectación que había provocado. Se puso el cartel de "No hay localidades". Y entre el público, además de la reina Sofía, estaban gran número de aristócratas, artistas, financieros y personajes de la vida social.Comenzó el recital con la Malagueña, de Lecuona. Desde ese momento se pudo apreciar que el sonido era execrable y que el cantante tenía la voz tocada por duendes malignos. Este primer contratiempo se podría achacar a los nervios del estreno. Pero allí había más que nervios, como se demostró progresivamente a lo largo de la velada. El sonido no sólo no mejoró, sino que fue fa talmente a peor, hasta el punto de que durante el Homenaje a Latinoamérica los micrófonos del cuarteto acompañante no so naron. Y Raphael hubo de embregar como un galeote atrapa do por la tempestad. Mantuvo el tipo con dignidad, sin alegar jus tificaciones. Otros hubieran sus pendido la función hasta que los técnicos solucionasen el desarreglo. Pero él siguió, cosa admira ble, aunque desatinada.
Raphael
Orquesta, coros, cuarteto hispanoamericano, cuadro flamenco. Dirección musical: José María Chova. Producción y dirección artística: Raphael. Concierto a beneficio de la Fundación Reina Sofía. Cine Lope de Vega. Madrid, 10 de enero
Elementos esquivos
En cuanto a la voz, Raphael no están en su mejor momento, o al menos no lo estuvo este negro lunes. Carecía de matices, multiplicó los desafines y los gritos destemplados, algunos gallos cimarrones. Con ese panorama, toda la grandilocuencia y el barroquismo gestual (admirados por sus seguidores, vituperados por la oposición) se convirtieron en secuaces y prosélitos de los elementos esquivos. A pesar de ello, los incondicionales arroparon al divo, vitorearon sus plantes, sus arrebatos, las filigranas manuales, los revoloteos con los ponchos, los taconeos... Todo esto puede tener su gracia, cuando está irespaldado por una voz en forma; de lo contrario, es algo parecido al patetismo.
Babelia
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