Tenejapa, bajo estado de sitio
"Cristo Santo Dios", se persigna la gordita, arrellanada en el asiento de la última fila del autobús que sale de Tenejapa. "Sí, mija", le responde su mamá, una mujer enérgica.Ellas dos, y otra mujer que no habla, son las únicas mestizas a bordo, y su voces, las únicas audibles. Los otros ocho pasajeros son silenciosos indígenas.
Madre e hija, dos ladinas de Tenejapa, desarrollan extensos monólogos sobre 9a situación que vive Chiapas
En Las Ollas, el punto más cercano de la carretera a San Cristóbal, en el paraje que los aviones bombardearon anoche, Toñito detiene la camioneta y se baja para intercambiar unas palabras en tzetzal con algunos campesinos.
"Ya se bajó a cucharear", viborea la madre, y explica:
"Se nota que anda preocupado. Todos ésos son del otro partido [zapatistas]. Quiere averiguar a ver qué le dicen".
Como acostumbran los ladinos, madre e hija hablan mal de los indios en voz alta, como si ellos no estuvieran. Hacia la alturas, al oeste, se distinguen algunos destrozos lejanos. Toñito bromea algo para despedirse de los campe sinos y seguir el recorrido.
Cumbia estruendosa
En Tenejapa, en cuyo centro habitan muchos ladinos, las diferencias de éstos con los indígenas son nítidas, de manual sociológico. Visten distinto, hablan distinto, se comportan distinto. Por ejemplo, ningún ladino haría lo que Benjamín López, que al iniciarse los bombardeos sobre Tzontehuitz durante la fiesta de Reyes se puso a bailar frenéticamente, descalzo, dando saltos y meneando su sombrero. El mediocre pero estruendoso grupo de cumbia tronaba junto a la parroquia hasta que les gritaron que se callaran, que no dejaban oír las explosiones.
En la plaza, y desde zaguanes y esquinas, los habitantes de Tenejapa contemplaban el movimiento de los aviones. Contaron cuatro que tiraron unos ocho proyectiles en Tzontehuitz. Algunos se estremecían y otros esbozaban gestos nerviosos parecidos a la risa o el sobresalto. Los ladinos y las autoridades municipales están especialmente preocupados. Esa mañana, el alcalde Sebastián López Méndez me interceptó en el camino con el ánimo destemplado. Hacía ya dos días que circulaba el rumor, hasta ahora infundado, de que Tenejapa estaba en manos del EZLN. Iba a Tuxtla, para pedir vigilancia, que viniera el Ejército. Ya le dieron gusto. Ayer por la tarde, Tenejapa quedó rodeada por las Fuerzas Armadas y hubo intensas descargas de artillería en las hondonadas que conducen a la cabecera municipal. Tenejapa está bajo sitio.
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