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Tribuna:CLÁSICA GALA DE REYES
Tribuna
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Plácido Domingo y las voces del año 2000

La gala de Reyes que, cada año, organiza el Ayuntamiento de Madrid, con la dirección artística de Plácido Domingo, tiene también carácter de homenaje a don Juan Carlos, en el día de su cumpleaños. Se trata de una fiesta, presidida por la familia real, y su atmósfera difiere del riguroso -a veces con exceso- propio de los habituales conciertos de abono.Plácido Domingo tuvo este año una gran idea para la Gala de Reyes: la de presentar en el programa algunas de las que serán "voces de oro" del año 2000. Como él mismo dijo, no estaban todos los cantantes españoles veinteañeros que ya destacan nacional e internacionalmente, pero los escuchados garantizan la continuidad de lo que no sé si llamar escuela o "milagro" español.

Gala de Reyes

Director artístico: Plácido Domingo. Intérpretes: Domingo, C. Álvarez, A. Arteta, A. Blancas, V. Ombuena, A. Rodrigo, S. Tro y R. Torres Pardo. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: E. García Asensio. Auditorio Nacional. Madrid, 5 de enero.

También es hermosa y grande la materia de otra soprano, Ángeles Blancas Gulín, cuyos dos apellidos obligan a cuanto la cantante parece prometer

La única mezzo, Silvia Tro, de Valencia, hizo una voce poco fa (aunque la suya hace muchísimo) con altas calidades y fáciles ligerezas que se contrapusieron al dramatismo fatalista de la pobrica Salud, la gitanilla granadina de La vida breve, de Manuel de Falla. La intensidad jonda del aria Vivan los que ríen precisa acaso más larga madurez psicológica. En fin, otro de los bien conocidos cantantes juveniles, el tenor valenciano Vicente Ombuena -voz clara y potente, magníficos agudos- demostró sus méritos en fragmentos de La fuerza del destino y Luisa Fernanda, de Moreno Torroba. Naturalmente, Plácido Domingo, en su doble condición de gran chambelán de la velada y de estupendo tenor, abordó, como él sabe hacerlo, arias de Mozart, Verdi y Massenet, además de los dúos ya comentados y la habitual romanza de Sorozábal No puede ser. Al comienzo de la segunda parte y a modo de variante dentro del total lírico del programa, la pianista Rosa Torres Pardo protagonizó prodigiosamente el Concierto breve, de Xavier Montsalvatge, hasta extraer de todos y cada uno de los tiempos las más secretas intenciones del autor. Para rúbrica, un número habitual en estas galas: Amigos, siempre amigos, de Los gavilanes, de Jacinto Guerrero, coreado por gran parte del público. La prestación de la Orquesta Sinfónica de Madrid bajo la dirección experta e identificativa con cuanto hacían los diferentes solistas, contribuyó a la brillantez de una jornada que sólo adoleció de una miseria: los paupérrimos programas de mano.

Ninguno de los intérpretes escogidos para esta gala, que se prolongó a lo largo de tres horas, superaba los 30 años.

La soprano tolosana Ainhoa Arteta, se crece día a día, al ritmo que madura su técnica, su estilo y su singular poder expresivo. Cantó prodigiosamente el dificilísimo Mi tradi quell'alma ingrata, de Don Juan, de Mozart y, en unión con Domingo, gozamos de una versión antológica del dúo-pasodoble de El gato montés, de Penella.

La voz densa, noble y amplia del barítono malagueño Carlos Álvarez lució con esplendidez en Don Carlos (aria Per me giunto) y los dúos de Marina y Don Carlos, con Plácido Domingo.

Tiene una voz brillante, lúcida y de gran atractivo tímbrico, la soprano santanderina Ana Rodrigo. Su Cavatina, de Micaela, de Bizet, con la sombra magistral de la Freni al fondo, conmovió a todos.

Hermosa y grande

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