La fortaleza del dólar impide que el precio de la gasolina refleje la caída del petróleo
La fuerte caída del petróleo en los últimos meses -ahora en los 13,30 dólares- ha contribuido al paulatino descenso del precio de los combustibles, que se acerca ahora al que tenía antes de que el Gobierno aumentase el impuesto de hidrocarburos (5 pesetas en las gasolinas y 3 en los gasóleos), que disparó el precio máximo de la súper de 104,5 a 111,8 pesetas. La caída de la gasolina podría haber sido incluso mayor si no fuera por la fortaleza del dólar -el crudo se paga en la divisa estadounidense-. Mientras, en el sector sigue alimentándose la polémica entre consumidores y operadores, al fijar estos últimos unos precios de venta al público sólo 10 céntimos por debajo del máximo autorizado.
La firmeza del dólar -que en las últimas semanas ha oscilado por encima de las 140 pesetas-, ha vuelto a impedir en la última revisión -correspondiente a la semana del 25 al 31 de diciembre- que el precio bajara acorde con el abarata miento del crudo en los merca dos internacionales. El máximo de la súper (utilizada por más del 90% de los usuarios) ha su bido media peseta y se ha situado en 106,80, aunque la tendencia es que baje, según los expertos del sector. Esta cifra, en cualquier caso, es casi seis pese tas inferior al precio más alto alcanzado por la súper (112,1 pesetas entre el 21 y el 27 de agosto pasado). Si el Gobierno no hubiera subido el impuesto de hidrocarburos, con el que pretendía contribuir a aumentar los in gresos fiscales, el precio de la gasolina súper estaría hoy a los niveles de final de 1992, en torno a 100 pesetas. Gracias a esa subida de impuestos, los carburantes aportarán a las arcas del Estado unos ingresos fiscales adiciona les de unos 200.000 millones de pesetas sobre los 1,1 billones que se hubiesen ingresado sin el aumento de agosto.
En aquella fecha, el barril de crudo brent -utilizado como referencia en el mercado de crudo internacional- costaba cerca de 17 dólares. Como consecuencia de la tormenta monetaría de primeros de agosto que desarboló el Sistema Monetario Europeo (SME), el dólar se disparó y pasó en pocos días de 135 a 140 pesetas.
El precio del barril se man tuvo entre 16 y 16,50 dólares hasta finales de octubre, al tiempo que el dólar tendía a la baja para llegar a 130 pesetas. Esta fue la razón por la que el precio máximo de la gasolina comenzó su descenso. Sin embargo, justamente en el momento en que el crudo comenzó a bajar, la peseta volvió a de preciarse frente al dólar.
Sin trampa
Ahora, con el barril a algo me nos de 14 dólares -un precio que no alcanzaba desde 1988 la divisa estadounidense se ha disparado a 141 pesetas. Por ese motivo, el precio máximo autorizado de la gasolina no ha bajado en la misma proporción que lo ha hecho el del barril. El precio dista mucho toda vía del que tenía el año pasado por estas fechas, en las que apenas había rebasado las 100 pe setas por litro, cuando el precio del barril estaba en 19 dólares.
El precio máximo, sin embargo, no admite trampa, ya que se fija semanalmente de acuerdo a una fórmula que tiene en cuenta el precio antes de impuestos de los seis países centrales de la Unión Europea (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Reino Unido) y el del crudo en los mercados de Rotterdam y Génova.
La revisión se hace automáticamente y a su resultado se le añade el impuesto de hidrocarburos (60,50 pesetas en la gasolina) y un IVA del 15%, que son los componentes fijos de la fórmula para el precio máximo.
Ese máximo no puede ser rebasado en los precios de venta al público. Las compañías petroleras han procurado siempre poner unos precios de venta al público muy pegados al máximo, con diferencias de 10 céntimos de media, según los datos de los tres principales operadores (Repsol, CEPSA y BP Oil). Fuentes de estas empresas argumentan que apenas hay márgenes para obtener rentabilidad, ya que a los impuestos hay que añadir las comisiones de los gasolineros y otros gastos.
Otras fuentes aducen que se debe más a las rebajas que hacen en las ventas directas, "en las que se ha entablado una verdadera guerra comercial que en ocasiones bordea actuaciones contra la competencia".
En la gasolina sin plomo de 98 octanos -denominada superplus-, que no está sujeta a los precios máximos, los precios de venta al público se sitúan sobradamente por encima del precio máximo que tiene la sin plomo de 95 (104,5 pesetas) y del máximo de la súper. Las fuentes consultadas manifiestan que ese precio, descontados los impuestos, es cuatro veces superior a la media europea.
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