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Paco de Lucía anuncia la revolución de la armonía

El guitarrista publica un disco en directo

Paco de Lucía cumplió ayer 46 años, y lo ha celebrado con la publicación del disco Live in América, grabado en directo en Estados Unidos. Artista precoz -comenzó a tocar a los siete y grabó su primer disco a los 14-, hoy se encuentra agotado por una vorágine que le supera. Y el mayor revolucionario de la guitarra flamenca anuncia una nueva revolución, la de la armonía, al tiempo que busca sosiego para una nueva etapa creativa, resistiéndose a hipotecar su música y su vida.

Pocos artistas dan la sensación de transparencia que desprende Paco de Lucía cuando habla. Tiene un aire cansado cuando saca del encierro a su perro -"Me lo encontré en casa cuando volví de la gira. Se llama Morgan por la mancha en el ojo"-, y cuando se sienta para comentar el "palizón" de su reciente disco, grabado en directo durante los conciertos realizados este año en Estados Unidos. "Ha habido una sucesión. de errores, de equivocaciones, de malos entendidos que me han reventado. Había trabajado las mezclas en Madrid, 14 horas diarias durante una semana y no sirvió para nada porque la computadora dio errores. Y en Chile, después de los conciertos iba al estudio de grabación hasta las 10 de la mañana para acabarlo. El cansancío traspasó los límites de lo físico y empezó a hacerme daño al sistema nervioso. Me quedé sin sensibilidad en las manos y el médico me dijo que era estrés. Menos mal, porque me asusté. No pude quedarme en una playa, tenía que seguir tocando y viajando y he llegado aquí agotado".La cosa no acaba en Madrid, porque Paco de Lucía aún no ha sacado la guitarra del estuche. Aguardan nuevas giras por América -"Ahora la reparto en tres etapas para no estar separado de los míos tanto tiempo"- y por Francia. Hasta junio de 1994 no podrá descansar. "El pelo no se me ve ni en mayo ni en enero, pero a partir de junio se me va a ver rnenos", dice con soma el guitarrista, que no quiere ni oir su disco. "He salido tan escaldado, que solo oirlo me puede transportar a aquella sensación de ansiedad, a aquellas mañanas en el cuarto de Chile con los ojos como platos, sin poder dormir. Fue una pesadilla".

Live in America, grabado en Boston, Nueva York y Oakland, parece pensado para un mercado estadounidense copado por Ottmar Liebert, un guitarrista que vende discos por millones con algo que allí definen como nouveau flamenco. "Es un niño muy guapo, que hace unas melodías muy simples sin ningún ritmo. No vale nada y así lo he dicho en Estados Unidos y a él personalmente que me perdonara, porque no suelo hablar mal de nadie ni quiero hacerle daño. Pero estoy luchando por mi música y por mi gente, y aquí hay muchos chavales que pasan su vida metidos en un cuarto estudiando, casi pasando hambre, y que tocan cien mil veces mejor".

Cubrir un hueco

Su reciente gira por Estados Unidos cubre un hueco de muchos años de ausencia en aquel país. "Fui mucho cuando tenía 17 años y hasta los 23, en una época muy bonita e importante. Era la primera vez que me sentía solo en un país extraño y me dio mucha confianza. Después regresé con McLaughlin, DiMeola y Corea, y hasta ahora". La opinión que Paco de Lucía tiene sobre el público norteamericano es diáfana: "En comentarios sueltos y críticas, veo que el norteamericano quiere el cliché porque es muy naif. Tampoco me gusta su afán de competitividad, ni que a los músicos les llamen entertainment [entretenedores]. Me parece una falta de respeto para el artista".Sumergido en la vorágine de giras y discos, Paco de Lucía intenta mantener el equilibrio -"el desequilibrio", matiza- entre su vida y su gente flamenca. "El viernes pasado estuve de fiesta y llegué a las 10 de la mañana con una borrachera que me había cagao en los pantalones y todo. Pero necesito emborracharme, ver como está la gente, que está tocando, porque el mundo se mueve, los muchachos están haciendo cosas y soy muy curioso. Ese contacto no lo pierdo". Con la intuición que da el contacto, Paco de Lucía anuncia una nueva revolución en la guitarra flamenca.

"La guitarra vive un momento muy importante porque hay una revolución que va por la armonía", afirma. "Se están haciendo muchas tonterías, pero la única manera de acertar es arriesgando y equivocándote. El flamenco es una música muy rica, de una fuerza rítmica y emotiva impresionante, pero nos faltaba la armonía". Y habla de un guitarrista brasileño amigo, Rafael Revelo, "atrapado por la armonía. Ya no hay melodía, el pueblo no está en la música. Aunque la tradición flamenca tiene mucha fuerza, intuyo que la guitarra va por ese camino. Veo a todos los jóvenes con ese afán importante, porque es lo que nos falta, pero no hay que llegar al punto de perder la sencillez".

Para enriquecer armónicamente su toque, Paco de Lucía esboza el deseo de irse a estudiar a Brasil durante algunos meses. "Lo necesito. Es la última chance que tengo para encontrar algo nuevo. Pero tengo que convencer a mi mujer". Y olvidarse de giras, actuaciones y compromisos: "Recuerdo mis 20 años, cuando no tenía responsabilidades. Ahora hay tantas que me tienen ahogado. Es muy difícil romper con este ritmo de conciertos y discos, y aunque siempre he sido muy cauteloso a la hora de hipotecar mi vida, de no caer en esta trampa, al final caes y se paraliza la creación. Creo que soy muy fuerte, porque si no habría sucumbido hace tiempo. Doy traspiés pero no me caigo, aunque el día menos pensado puede que lo haga. Tengo una responsabilidad ante mí mismo de decir cada vez algo nuevo y necesito tranquilidad para mi próximo disco, porque es lo que va a quedar".

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