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La Ronda y la economía española

Si a algún profano se le ocurre en estos días interrogar a un economista sobre cuáles serán las consecuencias para España del final de la Ronda Uruguay, corre el riesgo de encontrarse con una respuesta aún más ambigua de lo habitual en esta profesión. Es tal la variedad de cuestiones contempladas en las negociaciones, (productos agropecuarios, servicios, manufacturas, normas de competencia, etcétera), que incluso las valoraciones más elaboradas sobre sus efectos como las realizadas por la OCDE y el Banco Mundial, no dejan de ser meras aproximaciones. La realidad, como tantas otras veces, desbordará las estimaciones.Al límite del periodo hábil asumido para su conclusión, todavía no se sabe con certeza cómo quedarán diversos capítulos objeto de negociación. Hasta que no se redacte el documento final, que plasme el esfuerzo de siete años, el ejercicio de estimación puede ser un poco inútil. Máxime cuando en algunos sectores importantes para España, como el hortofrutícola, el resultado final dependerá de su regulación interna en la propia Unión Europea. En estos momentos, la producción española y las exportaciones e importaciones de bienes y servicios son lo suficientemente extensas, diversificadas y sofisticadas (lejos los tiempos de país agrícola y ganadero) como para que la posible repercusión sea de amplio -y matizado- alcance. No habrá sector productivo que de uno u otro modo, deje de verse afectado por el resultado de las negociaciones, esté o no contemplado en el acuerdo.

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¿En qué sentido? Habrá que verlo caso por caso. En productos industriales, la economía de la Unión Europea (y la española, por tanto) es una de las más abiertas del mundo. Por ello, las rebajas arancelarias que se pacten beneficiarán más que perjudicarán. Lo que no impide que haya sectores, como el textil, que se verán afectados por la reducción de la protección frente a países en desarrollo cuando se desmantele el Acuerdo Multifibras.

A corto plazo, se puede decir que la incidencia del acuerdo será reducida en la economía española y mundial. Por una parte, porque la aplicación no será inmediata, y, por otra, porque en los sectores más sensibles se están pactando plazos de ejecución progresiva, además de articularse medidas compensatorias internas. Nada más razonable, por cuanto las transiciones económicas hay que cuidarlas para evitar dar al traste con loables objetivos finales. Por debajo de las grandes referencias macroeconómicas hay personas, empresas y sectores productivos que no hay que olvidar, aunque tampoco sobreproteger.

Los efectos más notables de cualquier liberalización se detectan a medio y largo plazo, a resultas de la reestructuración que desplaza la producción hacia las empresas, sectores y países más eficientes y que mejor responden a las demandas del consumidor.

Normalmente, éste es el más beneficiado, pudiendo acceder a más productos y más baratos. Lo cual permite explicar que ciertas profesiones que apenas elevan su productividad con el paso de los años (comercio minorista tradicional, peluquería) puedan disfrutar de un mayor nivel de vida, al beneficiarse de las ganancias de productividad de su país y del conjunto de la economía mundial, cuya transmisión posibilita el libre comercio.

es socio director de Analistas Financieros Internacionales.

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