GATT, una apuesta supermillonaria
La liberalización del comercio mundial tras la aprobación de la Ronda Uruguay supone un nuevo gran desafío para España
Los líderes políticos hablan de millones de nuevos puestos de trabajo. Las organizaciones internacionales cifran su impacto en miles de millones de dólares. Pero a la hora de la verdad, nadie conoce con exactitud la repercusión cuantitativa del desarme arancelario previsto en la Ronda Uruguay del GATT. La confusión en España es aún mayor. Efectos negativos en el corto, plazo y positivos en el largo. En eso coinciden expertos y empresarios. Aunque nadie se atreve a dar una cifra, a concretar el impacto, todos afirman que la conclusión de la ronda supone un inmenso desafío a la industria española. Es la apuesta más gigantesca.De la misma forma que los empresarios temieron el desarme arancelario que exigía la entrada de España en la Comunidad Europea en 1986, hoy muchos dudan de la capacidad del país para superar con éxito el impacto de la ronda. "Son temores poco fundados. El balance neto del ingreso en la CE ha sido positivo. Lo mismo sucederá con la Ronda Uruguay", ha comentado esta semana el ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray.
Pero algunos sectores de la Administración mantienen sus reservas. "España se juega su futuro a una carta con la Ronda Uruguay del GATT. Si no somos capaces de reformar nuestro mercado de trabajo y hacer competitiva nuestra industria, el tratado será un durísimo golpe con terribles consecuencias para el empleo", reconoce un alto cargo del Ministerio de Comercio.
La reestructuración y la destrucción de empleo se acelerará en los sectores más protegidos, como la agricultura, el textil, la confección y el acero, de los que dependen cerca de 1,6 millones de trabajadores en España. "Nadie sabe en qué va a terminar esto", es el resumen que Salvador Maluquer, un algodonero catalán que sigue de cerca las negociaciones de la Ronda Uruguay y se desplaza con frecuencia a Bruselas, hace de la situación.
Un informe manejado por algunas organizaciones internacionales, como el Banco Mundial, estima que en España -al igual que en el resto de Europa-, la Ronda Uruguay creará empleo en casi todos los sectores excepto en dos: el agrario y el textil. En el primero se puede destruir un 30% del empleo actual en 10 años. En el textil -y sectores asimilados-, la pérdida es del 17%.
La propia OCDE -la organización que reúne a los países más industrializados del mundo- admite que el impacto no se puede precisar, pero sí indica que las economías más favorecidas serán aquellas en las que el comercio representa una parte importante de su PIB (Producto Interior Bruto). España, cuyo comercio representa sólo un 38% de su economía, se encuentra por debajo de otros socios comunitarios, como Alemania (50%) y Holanda (70%).
Además, los países con mayor tradición en la exportación de productos industriales, como Alemania, o en los servicios de cualquier tipo -financieros, seguros o telecomunicaciones-, como Francia, y están mejor situados que España para beneficiarse del impulso que los expertos esperan que dará a la economía la Ronda Uruguay, el mayor desarme arancelario de la historia.
España destina un 30% de sus exportaciones a países terceros -fuera de la Unión Europea-. Los sectores que sufren los aranceles más altos para penetrar en estos -mercados serán los que más se beneficiarán de la liberalización comercial (los azulejos y la cerámica, la industria farmacéutica, licores y vinos).
"El acuerdo no sólo es positivo sino necesario", dice Manuel González, secretario general de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos, Pavimentos y Baldosas Cerámicas. Los azulejos y la cerámica sufren un arancel del 20% para entrar en EE UU, su segundo cliente fuera de la CE. Una reducción del 50% de este arancel, tal y como prevé la ronda, "podría duplicar el consumo en el medio plazo", estima González.
Dentro y fuera
Sin embargo, la pregunta que quita el sueño a una gran parte de los empresarios españoles no es ¿cuánto mercado gano fuera? sino más bien ¿cuánto mercado pierdo dentro? La empresa española, poco acostumbrada históricamente a competir en los mercados exteriores, ve con preocupación el desmantelamiento de las últimas barreras comerciales.
"El caso español es muy arriesgado. Perdemos mercado sin saber si nos compensará", explica Cipriano López, que como vicepresidente de la Confederación Española de Empresas de la Confección, representa una de las industrias más amenazadas por la competencia asiática.
Facilitar la entrada de estos productores no hará más que acelerar el proceso de deslocalización -traslado de la fabricación a países como Marruecos, donde la mano de obra es mucho más barata- que las empresas de este sector han sufrido en los últimos años, a juicio de Juan Carlos Collado, director del centro de estudios económicos de la Fundación Tomillo.
Esta tendencia parece inevitable. "En un conocido hipermercado se pueden comprar tres camisas por 2.000 pesetas", cuenta Maluquer, "porque las compran a 475 pesetas en China y las traen aquí vía Hong Kong". ¿Cuánto costarían esas mismas tres camisas producidas en España? "Como muy baratas, 6.000 pesetas", calcula.
Más de 70 países en vías de desarrollo aguardan la conclusión de la Ronda Uruguay para inundar el mercado español con sus productos. Los ínfimos salarios y la escasa o nula protección social de los rabajadores les conceden enormes ventajas competitivas.
"Una operaria de nivel 1 en primera categoría me cuesta unas 80.000 pesetas al mes, sin incluir costes sociales. En la mayoría de os países con los que nos tendremos que enfrentar si sale la Ronda Uruguay, ganaría el 10%, unas 8.000 pesetas", se lamenta un empresario del textil.
Una queja común en la industria de manufacturas española. "Somos partidarios del libre comercio", reafirma Rafael Calvo, presidente de la Federación de Industrias del Calzado, "pero pensamos que no podemos permitir el dumping social".
El código Anti-dumping del GATT no parece que pueda garantizar un mínimo social y laboral (libertad sindical, leyes de sanidad y seguridad en el trabajo ... ) a los trabajadores de los países en vías de desarrollo, a juicio de los expertos consultados. La ausencia de una normativa al respecto refuerza las reticencias de los empresarios españoles. "Se podría aceptar la Ronda Uruguay si se refuerzan las reglas con un severo códico antidumping", según López. "La contrapartida a todos estos efectos negativos que se producirán en el corto plazo es la ampliación -de los mercados de destino de los productos españoles en el medio y largo plazo", señala Collado. El coste de la apertura serán los ajustes y las reestructuraciones de estos sectores. Más desempleo en el corto plazo a cambio de un mayor crecimiento y, creación de empleo, en el medio y largo plazo. Una apuesta, en cualquier caso.
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