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Clinton quiere pasar a la historia como el líder del libre comercio

Antonio Caño

, Ningún presidente norteamericano en medio siglo había tenido que decidir de una manera tan trascendental sobre el futuro del comercio mundial. Es posible que Estados Unidos tampoco se haya visto nunca en una disyuntiva tan dramática entre el proteccionismo y el libre mercado. En estos días puede decidirse, simplemente, si Bill Clinton entra en la historia de su país como el presidente que asume plenamente el reto de la plena competencia, o, como aquí le suelen llamar, de la economía del siglo XXI.

De hecho, ningún presidente estadounidense desde Dwight Elsenwoher ha firmado jamás un acuerdo comercial con carácter global. Los dos presidentes demócratas que lo hicieron, Lyndon Johnson y Jimmy Carter, firmaron sólo documentos de relativa importancia en los que se excluían algunos apartados claves como, por ejemplo, el de la agricultura. Lejos del desarme arancelario que hoy está en juego.

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El acuerdo de la Ronda Uruguay, cuya negociación en el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) llega estos días a su recta final, supone, en esencia, la reducción de más de la mitad de los actuales aranceles (impuestos por los productos importados), que pasarían a un promedio mundial de un 3%, muy lejos del 40% vigente cuando el proceso del GATT se inició en Ginebra hace 46 años.

El final de la Ronda Uruguay llega con la impresión de que EE UU será el gran beneficiado por el acuerdo que pueda alcanzarse, pero los estadounidenses no comparten ese criterio. Según el Banco Mundial, la economía norteamericana será, en conjunto y a medio plazo, la más favorecida por la conclusión de la actual ronda del GATT.

Es cierto también que la influencia del Gobierno norteamericano en esa negociación es fundamental. De hecho la fecha límite que se ha fijado, el próximo día 15, tiene ese carácter únicamente porque en la medianoche de ese día concluye el plazo que el Congreso ha dado a la Administración para negociar por lo que se llama fast track (vía rápida). Ese método obliga al Congreso a aceptar o rechazar el acuerdo en su conjunto, sin poder introducir correcciones que alargarían el debate durante meses. El Gobierno puede pedir una extensión del fast track, pero en esta ocasión todo el mundo se ha tomado en serio esa fecha como el límite que hay que cumplir.

El protagonismo de Estados Unidos no es nuevo. Durante los años sesenta y setenta el Gobierno de este país fue el que con más fe predicó el libre comercio. Pero ese en usiasmo fue decreciend en la medida en que las negociaciones se hicieron más dificiles el acuerdo posible se presentab menos ambicioso. Bill Clinton ha tenido que resucitar la fe en e GATT en una nación que apena creía ya en ese proceso.

Esa fe no ha podido, sin em bargo, mover, según se entiende aquí, las montañas de las resistencias europeas y japonesa. Por mucho que Clinton insista en es tos últimos días en que está decidido a rechazar un acuerdo que no cumpla con sus expectativas los expertos norteamericanos anticipan que el compromiso fina estará muy lejos de los deseos de Washington. "La Administración tendrá que sacrificar los intereses de algunas sectores clave de Estados Unidos para salvar de conjunto del acuerdo", afirma Bruce Stokes, de la publicación esvecíalizada Nafional Journal.

Pérdida de empleo

Un estudio próximo a la Admnistración asegura que el levantamiento que se prevé para restricciones de la industria text y de ropa puede costar a Eatado Unidos la pérdida de 745.00 puestos de trabajo.Pero la impresión generaliza da es que Estados Unidos sac provecho del acuerdo que, poprimera vez, se ha conseguido eel terreno agrícola. Pero, a cam bio, se verá obligado a eliminamuchas de las leyes antidumping(contra las importaciones qu penetran el mercado a un precipor debajo del coste de produ ción) que protegen a sectores d biles de su economía.EE UU siente que, como mínimo, está haciendo tantos sacrificios en la negociación con cualquier otro, o incluso más.Estados Unidos acude a la fa final de este acuerdo para encotrar reciprocidad a sus esfuerzo

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