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La nueva revolución del arroz

Cuando algún historiador quiere hablar del "potencial revolucionario de las masas japonesas", cita inevitablemente las llamadas "Revueltas del Arroz" de 1918. El alza de los precios y la escasez del grano provocaron el único caso en la historia moderna de Japón en el que amplios sectores de la población se alzaron para protestar violentamente contra el Gobierno.Por tratarse también de arroz, la apertura parcial del monopolio de los cultivadores locales, anunciada por el GATT, ha hecho vaticinar a muchos comentaristas una segunda revolución. Con la diferencia de que, esta vez, la causa justa serán estrategias de mercado y sus partisanos, especialistas en la industria y la política en una nueva administración que, libre de los compromisos clientelistas que en más de tres décadas de Administración adquirió el desplazado Partido Liberal Democrático con los cultivadores de arroz, ha iniciado esta apertura.

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Desde el punto de vista de la política interna, la medida ha sido extrema y sin precedente. Pero las decisiones radicales en Japón son menos difíciles de tomar cuando existe lo que en el vocabulario político -empresarial nipón se define como gaiatsu, presión externa. El ejemplo más parecido de gaiatsu ocurrió con el envío de tropasJaponesas a Camboya. Bajo presión de las Naciones Unidas, Japón se vio obligado a reinterpretar su Constitución pacifista y al mismo tiempo enfrentar el descontento de sus electores y los partidos de la oposición.

La apertura total del mercado a la manera de Estados Unidos y su pax americana. parece poco probable, pero el acceso dado al arroz extranjero, aunque minimo, puede ser el anticipo de lo que ocurra en otros sectores. Según se ha revelado, las concesiones ofrecidas al GATT por Japón fueron acordadas hace dos meses en Washington, el epicentro de toda campana proapertura en Japón e indudablemente su primer beneficiario.

Pero la victoria estadounidense es también la victoria, por extensión, de lo exportadores occidentales en la medida en que esta apertura sirva para sacudir la legendaria barrera del proteccionismo nipón.

A los vientos de cambio de un gobierno que llegó al poder con promesas de renovación, se suma la revisión de valores tradicionales de la empresa que suceden en gran parte como consecuencia de la recesión económica mundial. El empleo vitalicio, la fidelidad incondicional a la empresa y el desdeño de la calidad de vida en aras de la productividad, han pasado a ser mitos que ni los mismos empresarios, a su pesar, no pueden mantener.

En el terreno internacional, algunos empresarios nipones se han manifestado por la apertura del mercado, no sólo para equilibrar las balanzas comerciales, sino sobre todo para quitarle la carga emocional que epítetos como "impenetrable" y "arrogante" le han dado a la disputa del comercio con Japón.

El Gobierno del primer ministro Hosokawa ha tomado ya medidas de emergencia y ha anunciado subsidios semejantes a los existentes en Europa para los agricultores en las zonas más afectadas.

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