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Un año en negro

Los pescadores de la Coruña siguen sin cobrar las indemnizaciones por el accidente del petrolero 'Mar Egeo'

Oxidado y destrozado por los embates del mar, el casco del petrolero griego Mar Egeo sigue mostrando su fantasmal silueta a todos los barcos que llegan al puerto de La Coruña. El 3 de diciembre de 1992, hoy hace un año, el embarrancamiento del buque y el derrame de las 80.000 toneladas de crudo que transportaba sembraron el pánico en toda la ciudad. Un año después, el Mar Egeo es una atracción turística más que cómpite incluso con el bimilenario faro romano de la Torre de Hércules. Aparentemente, en la zona ha desaparecido cualquier rastro de petróleo, pero los pescadores se quejan de que han descendido sus capturas y, sobre todo, de que aún no han logrado alcanzar un acuerdo con las compañías aseguradoras para cobrar las indemnizaciones. Entre el conjunto de los ciudadanos, apenas queda la sensación de que en aquellos días fueron objeto de la curiosidad mundial.Hace un año, Mario Prieto Caramés, un padre de familia de 56 años que, como otros vecinos de Oleiros, sigue viviendo del mar, no podía reprimir las lágrimas ante el espectáculo de la playa de Mera llena de petróleo. Aquel era el mundo del que vivía sacando gamba, pulpo y camarón con una lancha no mayor que un Seiscientos. Mario Prieto ya había padecido 16 años antes las secuelas del accidente de otro petrolero, el Urquiola: "Entonces me pasé un año buscando trabajo en la construcción y defraudando un poco al Estado".

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Estos días, Mario no tiene ni tiempo para hacer declaraciones. "Sale a las tres de la tarde, vuelve al Muro [puerto pesquero de La Coruña] a las ocho de la mañana, viene a casa a dormir hasta la hora de comer y se va de nuevo", cuenta su mujer, una mariscadora retirada. Si Mario Prieto se ha convertido en pescador de bajura, ganando quizá una cuarta parte de lo que obtenía antes con un horario más racional, es porque se han cumplido sus pesimistas previsiones de hace un año: "Ésto va a tardar en recuperarse". Xoan López, secretario de la cofradía del pequeño puerto de Caión y uno de los organizadores de las Jornadas en defensa del mar con las que las agrupaciones de pescadores celebran el primer aniversario de la catástrofe, corrobora y generaliza el caso individual de Mario Prieto: "Todas las especies de roca quedaron muy tocadas, pero, en general, el petróleo afectó a la economía del sector al igual que el ecosistema: en cadena". "La salubridad de la zona está totalmente garantizada y aparentemente la situación es normal", explica Enrique López Veiga, consejero de Pesca de la Xunta en funciones. "Ahora bien, algunas especies como los cefalópocos han huido. Y esta situación puede continuar así tres o cuatro años más".

Estos días prenavideños los mariscadores reciben en la lonja coruñesa 60 pesetas por un kilo de berberechos, cuando antes se podía llegar fácilmente a las 200 pesetas; el de almeja, se lo pagan a 400 pesetas, la mitad de su precio habitual. "La red comercializadora se aprovecha de la situación de crisis dentro de la crisis que atraviesa el sector. Saben que hay que pescar y vender lo que sea", agrega Xoan López.

La normativa europea intenta que los responsables de los siniestros contaminantes afronten no sólo el pago de los daños inmediatos, sino de las repercusiones en el medio ambiente. Hasta el momento, los 800 marineros y los más de 2.000 mariscadores de La Coruña y Ferrol sólo han recibido las 3.000 pesetas diarias que les concedió la Xunta mientras se mantuvo la prohibición de faenar, y otros 240 millones de pesetas otorgados por la Comunidad Europea. La Administración central se desentendió del problema, una actitud que todavía hoy levanta la indignación de López Veiga.

En el juzgado que tramita el caso, se han presentado reclamaciones por un valor global de 8.000 millones de pesetas, de los que 4.800 millones corresponden a trabajadores del mar y el resto a las administraciones local, autonómica y central.

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