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RELEVO EN EL MINISTERIO DEL INTERIOR

El tanque popular del Gobierno del PSOE

La gestión de Corcuera, marcada por sus excesos verbales, la tenacidad y los éxitos en la lucha contra ETA

Javier Rivas

José Luis Corcuera viajo a León en octubre de 1988 para estrenarse en las anuales cumbres ministeriales hispano -francesas. Ocupaba la cartera de Interior S . ólo desde el 12 de julio y era su primera reunión con su homólogo, entonces Pierre Joxe. Con la sola presencia de un traductor, Corcuera se explayó en contar, sin tapujos, las graves deficiencias que veía en la colaboración francesa en la lucha contra ETA. Joxe, de noble cuna, se mostró sorprendido del rudo tono de su interlocutor y le respondió que si él fuese inglés dejaría el cónclave en ese instante. Corcuera, al quite, le espetó: "Ésa es la puerta".La anécdota dibuja con nitidez el perfil que este burgalés recriado en Vizcaya ha dado a su puesto en los 1.961 días que lo ha ocupado: coriácea defensa de sus principios envuelta en una vehemencia, tronante a veces, en las formas. El propio Corcuera reconoce tener un "pronto autoritario", pero apostilla que se le pasa en una hora y que no decide marcado por la ira.

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Esa misma sinceridad, o simple rudeza, le han ido granjeando el aprecio de los ciudadanos que los sociólogos llaman de a pie, hasta el punto de que las encuestas le han situado como uno de los miembros del Ejecutivo con mejor imagen. Corcuera no ha evitado alegrarse de ello cuando ha podido, y si muchos jueces o políticos de la oposición bufaban al ver en la ley de Seguridad Ciudadana un intolerable recorte de las libertades públicas, el ministro replicaba que "lo que quieren los ciudadanos" es que la policía pueda contar con instrumentos eficaces contra el narcotráfico.

Su honestidad, que otros llamarían cabezonería contumaz, le llevó el pasado 5 de mayo a ligar su destino político a la decisión del Constitucional sobre esa ley, que él había impulsado como instrumento imprescindible en la lucha antidroga hasta popularizarla con su apellido.

Algunos mandos de Interior han sido escépticos sobre las virtudes de la ley de Seguridad Ciudadana y su patada a la puerta, el punto de la misma que el alto tribunal ha considerado inconstitucional. Estos mandos recuerdan que todas las grandes operaciones antidroga realizadas bajo su mandato han sido fruto de meses de paciente vigilancia y escuchas policiales, que han tornado en innecesarias tan expeditivas formas de intervención.

A cuenta de la ley Corcuera, su promotor ha mantenido un duelo de declaraciones con múltiples magistrados, llegando a decir que "lo que les pasa a los jueces es que a ellos no los elige nadie cada cuatro años". Polémica que se amplió por los permisos judiciales a reclusos luego implicados en asesinatos de menores. Entonces el ministro hizo famosa otra frase: "Los experimentos se hacen en casa y con gaseosa". El mismo presidente del Consejo General del Poder Judicial, Pascual Sala, salió a contestarle.

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Pero el objetivo pritoritario de Corcuera en todos estos años, y su fuente de mayores éxitos, ha sido la lucha contra ETA, en la que el logro principal llegaba en un chalé de la población vascofrancesa de Bidart el 29 de marzo de 1992: la detención de los tres miembros del colectivo Artapalo, la dirección máxima de la banda -Pakito, Fitti y Txelis-. El año emblemático de 1992 concluyó sin que ETA atentase contra la Expo o los Juegos Olímpicos. Pero además de Artapalo, otros destacados dirigentes etarras han sido detenidos bajo el mandato de Corcuera: Josu Ternera, Santi Potros, Baldo, Josu de Mondragón o los integrantes del comando francés de Henri Parot. Sus cinco años han visto también las graves disensiones en el colectivo de presos etarras o el auge de la conciencia social de los vascos contra ETA.

Tras el fracaso de las conversaciones de Argel, donde el propio Corcuera realizó un viaje secreto inmediatamente después de ser nombrado ministro para hablar con altos funcionarios de ese país, ha habido continuas tomas de temperatura de la opinión de la banda, llevadas casi siempre por el secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera. Cada sondeo a Antxon Etxebeste, deportado en Santo Domingo, o hacia José Luis Arrieta Zubimendi, Azkoiti, confinado en Francia, ha solido estar acompañado por un fortalecimiento de la línea dura en ETA.

Otro de los colectivos sobre los que Corcuera ha tronado ha sido el de los periodistas. El ministro no se ha recatado en mostrar que detesta a buena parte de la prensa a la que recrimina tanto que "radie" las operaciones policiales como el tono de algunas de las críticas contra él. Mentirosos, sinsorgos y txotxolos (tontitos, en euskera) son calificativos que el ministro ha usado para definir a ciertos periodistas, los mismos de los que dijo en un pleno del Senado que "mienten con auténtico descaro". "Ni un periodista, ni diez, ni mil van a impedir que diga lo que pienso", indicaba al recibir en octubre del año pasado el carné de honor de la Unión de Periodistas.

La oposición también ha sentido el veneno del verbo ministerial. Corcuera ha mandado callar a diputados del PP en el Congreso y a otros tildó de "demagogos" e "irresponsables".A José María Aznar, presidente popular, llego a espetarle que no dijese "tonterías" sobre terrorismo. Ayer mismo, en la escenificación de su despedida, Corcuera no se recató en lanzar dardos contra el coordinador general de IU, Julio Anguita, o el diputado del PP Federico Trillo.

Al tiempo, Corcuera ha mantenido puntualmente informados a los partidos del Pacto de Ajuria Enea de los avances en la lucha contra ETA y ha discutido con ellos la estrategia a seguir.

Corcu,era también ha impulsado tareas de su departamento que la prioridad básica de la lucha contra ETA había dejado antes en segundo plano: la seguridad vial, la potenciación de la tarea de los gobiernos civiles o la normativa sobre asilo y refugio, paralela al reforzamiento de las fronteras exteriores de la Comunidad Europea. Este último punto, ha hecho también a Corcuera blanco de la ira de colectivos de inmigrantes.

Ahora, cuando concluye sus cinco años "de la leche" al frente de Interior, podrá gastar energías en un papel cada vez más activo en el futuro del partido socialista

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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