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La Unesco compensa con un coloquio el olvido francés de Miró

La Unesco Intentó ayer reparar el olvido francés del centenario de Joan M 1ró organizando un coloquio en el que participaron la ministra de Cultura, Carmen Alborch; el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall; los artistas Eduardo Chillida, Antonio Saura, Pierre Alechinsky, Albert Ráfols Casamada, Joanet Artigas y Antoni Tápies, el músico Luis de Pablo, el escritor Claude Simón, el arquitecto Bernard Zehrfuss, los críticos e historiadores Victoria Combalía, Pierre Daix y Georges Gaillard, así como Rosa María Malet, Vicenç Altaió, Margit Rowell y María Corral, profesionales de la gestión cultural.

Todos los asistentes lamentaron que la gran exposición Miró de Barcelona y Nueva York no pueda verse luego en París, ciudad que fue determinante en la trayectoria artística y humana del pintor, tal y como resumió Carmen Alborch al decir que "el francés es el color en el que sueñan las palabras de Miró". Maragall, después de recordar que el artista había nacido "a 100 metros de la alcaldía de Barcelona", subrayó que "Joan Miró ha creado un lenguaje que todo el mundo comprende, lo que le convierte en ciudadano del mundo".

Antoni Tápies leyó un poema titulado Deu ratlles sobre Joan Miró y presentó la medalla Joan M 1ró que ha realizado por encargo de la Unesco. La pieza metálica reproduce un cartón de embalaje roto con el nombre de Miró y rasgos del artista.

Reparar los 'muros'

Federico Mayor Zaragoza, director general de la Unesco, entregó a Tápies la llamada medalla Picasso de la institución, un galardón cuya realización es obra precisamente de Miró. La Unesco se ha comprometido también, con la ayuda financiera española, a encontrar un nuevo emplazamiento en su sede para los dos grandes murales de cerámica, que en 1958 crearon Miró y Artigas. En la actualidad el Mur du soleil y el Mur de la lune, que fueron concebidos para estar en el exterior del edificio, están expuestos en el interior para protegerlos del deterioro causado por la climatología de la capital francesa. En su momento Miró explicó que sus dos murs tenían "una textura inspirada en los muros irregulares de la vieja capilla de Gallifa y en los de la colegiata de Santillana del Mar".

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