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Las drogas, el sida y la hepatitis cuestan 8.000 millones al año a la sanidad penitenciaria

Entre un 40% y un 60% de las personas que ingresan en prisión en España son adictas a drogas por vía parenteral. Las consecuencias delictivas de este hábito han producido un notable incremento en la población reclusa desde los años ochenta. Este fenómeno ha supuesto una revolución en la sanidad penitenciaria, al tener que hacer frente a las toxicomanías como entidades patológicas y a las serias infecciones contraídas por esas prácticas, principalmente sida y hepatitis víricas.El prototipo del interno de las cárceles españolas es un varón, con edades entre 25 y 35 años y un nivel cultural muy por debajo de la media. Aunque en principio se trataría de un grupo de población mayoritariamente sano, no es así en la práctica.

"Nada más ingresar en prisión, todos los internos son sometidos a una completa revisión médica. Se les ofrece la prueba de detección de anticuerpos frente al virus del sida, garantizando la confidencialidad de los resultados y la no segregación de los infectados. También se pone a su disposición un análisis de marcadores del virus de la hepatitis B y se vacuna a quien lo necesite. Otro tanto pasa con la tuberculosis. Podemos decir que este grupo de población está mucho más atendido, desde el punto de vista médico, dentro que fuera de la prisión", afirma el doctor Vicente Martín Sánchez, presidente del I Congreso de Sanidad Penitenciaria, celebrado la pasada semana en León.

En España existen 44.860 internos en 86 centros penitenciarios. El coste sanitario supera con creces los 8.000 millones de pesetas anuales. Un 19,7% de esa población reclusa es portadora del virus del sida y un 5,9% ha desarrollado la enfermedad y recibe medicación antirretroviral. Aproximadamente un 61% precisa vacunación antihepatitis B (el resto está ya inmunizado o sufre la infección). La tasa de prevalencia para la hepatitis C es del 8,6 por 1.000 internos.

Respecto al consumo de drogas en las prisiones españolas, Martín Sánchez admite que existe, "pero mucho menos de lo que se comenta en la calle, pues los controles para evitarlo son cada vez más rigurosos".

Modelo mixto

El modelo español de sanidad penitenciaria está integrado en la sanidad pública. "En España se ha optado por un modelo mixto, que aprovecha todos los recursos de la sanidad pública, para que la población reclusa goce de las mismas oportunidades que el resto de la población -libre y para acometer un planteamiento que resulte mucho más rentable desde el punto de vista económico y desde el propiamente asistencial", explica la doctora Emilia Noguera Puchol, subdirectora general de Sanidad Penitenciaria. "De hecho", advierte, "los países que han seguido una medicina en prisión paralela e independiente se han visto obligados en gran medida a hipotecar su política penitenciaria, sufriendo una regresión en el gasto destinado a la atención sanitaria".Todas las prisiones españolas están dotadas de un equipo de atención primaria formado por médicos y personal de enfermería, y cuentan con un número de camas proporcional a las dimensiones del centro penitenciario. En total, la dotación de recursos humanos es la siguiente: 286 médicos, 357 enfermeros y 345 auxiliares de enfermería. El número de camas es de 1.942.

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