Las elecciones legislativas en Jordania auguran un espaldarazo a la política de paz de Hussein
El rey Hussein de Jordania, pionero de los experimentos democráticos en el mundo árabe, obtendrá en las próximas horas un dato más o menos exacto del impacto del renacimiento islámico entre los aproximadamente cuatro millones de súbditos de la monarquía hachemí. Los resultados de las votaciones de las primeras elecciones legislativas multipartidistas desde hace 37 años, en las que participaron 821.000 personas, de un censo de 1,2 millones de electores, probablemente darán un espaldarazo a su política liberal y de acercamiento a Israel. Su expresión final va a ser decisiva para la paz en Oriente Próximo.
El rey anoche debía sentirse tranquilo y orgulloso de su empeño democratizador cuando visitaba los colegios de votación y los primeros pronósticos demostraban que los jordanos están más interesados en ejercer sus derechos políticos que en adentrarse en cuestiones filosóficas. En las ciudades, la afluencia de electores fue menos visible que en las remotas aldeas del de sierto, donde miles de jordanos depositaron su voto bajo la sombra de las tiendas beduinas. Se gún datos hechos públicos por el ministro del Interior, Salameh Hammade, la tasa de participa ción fue del 68%.
El voto de las comunidades tribales es clave para la elección de los 80 escaños que componen el Parlamento entre los candidatos de 20 partidos.
Eran ciertamente menos laudatorias las expresiones de algunos de los 559 candidatos jóvenes como Abdel Fatáh, Tukán, un ingeniero de 36 años, del partido Juventud y Deporte. "Estas elecciones han sido manipuladas y se ha negado el acceso a los periódicos a los partidos de oposición", dijo. Tukán no hablaba de la oposición a que Jordania haga la paz con Israel, una posibilidad cada vez más cercana tras la supuesta entrevista secreta entre el rey y el ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, en algún lugar de la frontera común, la semana pasada.
"Israel es un hecho y hay que aceptarlo", dijo el joven candidato que, como la mayoría de la población de Jordania, es de origen palestino. Tukán se estrellaba contra la corrupción y el favoritismo que existe, detrás de la etiqueta de democracia, pero que es demasiado peligroso criticar.
Una de las conclusiones que era posible extraer anoche en Ammán es que la política de Jordania se ciñe a las lealtades. Por eso los beduinos, tenaces defensores de la monarquía, acudieron a las urnas en masa para impedir que los jordanos de origen palestino transformaran la elección en un referéndum de la conducta de Ammán en el controvertido proceso de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat.
Los resultados finales se conocerán posiblemente mañana y entre las cosas que alegraban a los políticos jordanos de casi todos los sectores es que los islamistas, que ganaron 30 escaños en las elecciones de 1989, se arriesgaban a admitir un revés. La posibilidad de que ese número se redujera a 26 no era del todo descartable. El barniz democrático de lo que diplomáticos occidentales consideran como el más audaz experimento democrático en Oriente Próximo, lo dieron las únicas tres mujeres que se presentaron como candidatas.
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