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Por amor a mi madrastra

Jesús Cracio estrena en Madrid 'Sol ulcerado', una obra de pasión filial

"Yo sólo me casaría con la mujer con que se casó mi padre". Esta afirmación del director teatral Jesús Cracio, que no oculta su pasión filial, que alguno calificaría de claro complejo de Edipo, parece estar íntimamente relacionada con el estreno mañana, martes, de la última obra dirigida por él: Sol ulcerado. La obra es de Alfonso Vallejo, dramaturgo y poeta reiteradamente traducido y estrenado fuera de nuestras fronteras, aunque poco conocido en España. Cracio, que cuenta también con el actor Alfonso Vallejo -nada que ver con el autor- como actor principal, afirma entender a uno de los protagonistas de la función, que se muestra locamente enamorado de su madrastra: "Pero lo importante del texto está en el verbo, los actores y la trama, y con eso queremos acongojar", dice.El santanderino Alfonso Vallejo dice que Sol ulcerado, como todas sus obras, tiene que ver con algo muy difícil, que nunca pierde de vista a la hora de escribir: "Me refiero a que es algo más que un género literario, es el teatro". El autor es también poeta, y en esta ocasión ha tenido la función de director adjunto para la puesta en escena de esta obra. Él piensa que para ser escritor de teatro no sólo hay que saber escribir: "Además hay que ser hombre de teatro, manejar cuestiones intuitivas, conocer al hombre de la escena, y no olvidar principios actorales, ritmo, intensidad teatral, técnica dramática... ".

Tanto Vallejo como Cracio hablan de que lo importante es que los espectadores abandonen la sala sorprendidos, doloridos, acongojados... "Para mí, escribir es reescribir", dice el autor, para el que lo importante de Sol ulcerado no es la posible transgresión moral que alguien pueda ver en el argumento, sino su intención de depuración en cuanto a técnica dramática y síntesis teatral.

Para Vallejo y Cracio, ésta es una obra sobre el amor y el odio, donde un padre y un hijo, con estrategias diferentes, se disputan la misma mujer. Junto al actor Alfonso Vallejo -que no tiene parentesco con el autor- también trabajan Salomé Guerrero, Débora Izaguirre y Miguel Pérez Meca.

Para el montaje se ha optado por soluciones escénicas sencillas, y el presupuesto se ha ajustado a tres millones. No sólo porque son tiempos duros para el teatro, sino porque Cracio prefiere dejar a los actores solos con la palabra, con el objetivo de reforzar lo que es el puro hecho escénico. Actores que pone a trabajar desde la génesis del proyecto, ya que siempre afirma: "Por el movimiento al conocimiento".

La dureza del texto de Vallejo no ha sido mitigada en ningún momento por el director: "Al contrario, éste es un espectáculo duro, y la puesta en escena remarca esa dureza, apunta hacia eso", comenta, "queremos lograr una función agobiante, que acongoje, que deje al público petrificado en la butaca, que emocione y remueva tantas pasiones como las que van a estar sobre el escenario". Según Cracio, estamos ante algo que es "teatrazo" con un texto cercano al realismo de O'Neill o Tennessee Williams: "Teatro duro y puro, pero en la Costa Brava", dice.

Esta fuerza de texto ya ha transformado a los que trabajan con él. Cracio siente desde hace semanas que no es él mismo: "Tengo una terrible angustia vital y los actores tardan un tiempo en reponerse cuando terminan la función". Mañana estrenan en el teatro Alfil, después de realizar dos actuaciones en Collado Villalba y Fuenlabrada, dentro del Festival de Otoño.

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