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Rehenes de la guerra la fría

Washington negocia con Cuba la deportación de 1.500 'marielitos' presos

El Gobierno de Estados Unidos ha llegado a un principio de acuerdo con Cuba para deportar a la Isla más de un millar de cubanos que en la actualidad cumplen sanciones de cárcel en 34 prisiones norteamericanas. Con ello Washington pretende ampliar una lista de 2.746 personas que el régimen de Fidel Castro aceptó recibir como parte de los Acuerdos Migratorios que ambas naciones firmaron en 1984. Dichos acuerdos, cuya ejecución provocó hace seis años violentos motines en reos cubanos en las cárceles de Atlanta y Okland, establecían que la lista original no podía ser modificada con añadidos ni cambios de nombre. Sin embargo, el nuevo entendimiento cubano-norteamericano abre de nuevo el camino a las deportaciones de los excluibles.Los excluibles son el mejor ejemplo de la irracionalidad que ha marcado los últimos 34 años de relaciones entre Washington y La Habana. Se trata de una pequeña parte de los 127.000 cubanos que salieron de la isla, en 1980, por el puerto de Mariel. Al principio eran sólo los 2.746 marielitos, con nombres y apellidos, que Estados Unidos incluyó en el Acuerdo Migratorio firmado en 1984 por considerarlos excluibles de su sociedad.

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Según EE UU, Fidel Castro los sacó de las cárceles y de los manicomios y los dejó salir por Mariel, convirtiéndolos en un arma de guerra contra Estados Unidos. Por eso los consideraron indeseables y dañinos para la sociedad norteamericana, y el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) de EE UU, plantea que es como si estas personas jamás hubiesen entrado al país.

Cuba asegura, por su lado, que los excluibles, como otros muchos marielitos- son "lumpen" y "antisociales", pero que ése es un problema de Estados Unidos, pues fue Washington quien alentó la diáspora de Mariel. Según el vicecanciller cubano, Ramón Sánchez Parodi, muchos son delincuentes y "escoria", pero es falso que la mayoría estaban presos cuando salieron del país.

Lo cierto, y en esto coinciden cubanos y norteamericanos, es que la inmensa mayoría de los marielitos considerados excluibles eran carne de cañón. Casi todos eran jóvenes marginales que habían cometido delitos antes de salir de Cuba o que delinquieron en EE UU antes de los Acuerdos de 1984. Guillermo Herrera, un mulato de 35 años es, quizá, el ejemplo más típico y fatal de la vida de estos hombres que se han convertido en los últimos rehenes de la guerra fría.

Ahora está sentado en un diminuto y descascarado apartamento de 40 metros cuadrados, donde vive con una tía y dos hermanas en el barrio habanero del Cerro. Desde que lo deportaron en noviembre del año pasado sólo piensa en volver a Estados Unidos. "Nadie entiende lo que significa esto. Ser deportado es peor que una pesadilla: es un verdadero infierno", dice Guillermo.

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