_
_
_
_
_
Crítica:EL ESTRENO DE LA TEMPORADA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ley del desastre

Es Kika una película de alto -respecto de la media española- presupuesto y parece producida y elaborada con meticulosidad y sin detenerse en gastos, o que le permite alcanzar un (en la jerga de la iconología llamada posmoderna) look agradable, sobre todo a causa de la solvencia de la mirada de Alfredo Mayo tras la cámara. Pero no es una buena película. O, en el revés afirmativo y endurecedor de la frase: es una mala película.El hecho de que este amaño anticinernatográfico contenga una zona con verdadero cine -la pintoresca y bien graduada escena de la violación a Verónica Forqué y la composición que hacen esta actriz y Rossy de Palma a los personajes Kika y su criada, que ponen un poco de orden en el enorme barullo argumental del relato y en el torpe, a veces casi penosamente torpe, trenzado de (es un decir, pues no son en realidad tales, sino simulación de tales) situaciones diálogos y personajes- no eleva la película. Un filme es un todo, y el hecho de que una película mediocre contenga una escena no mediocre, una verdadera composición y algunas divertidas ocurrencias, no redime su totalidad Por el contrario, estas gracias y solvencias parciales agudizan por contraste la cortedad y la insuficiencia del conjunto, de la totalidad. Y Kika en cuanto todo es nada, pura nada.

Kika

Direción y guión: Pedro Almodóvar. Fotografía: Alfredo Mayo. España, 1993. Intérpretes: Verónica Forqué, Peter Coyote, Victoria Abril, Charo López, Alex Casanovas, Rossy de Palma, Santiago Lajusticia, Anabel Alonso, Bibi Andersen, Jesús Bonilla, Karra Elejalde, Manuel Bandera. Estreno en Madrid: cines Palacio de la Música, Cid Campeador, Juan de Austria, Novedades, Cartago, Aluche, Florida y Excelsior.

Nada nuevo descubrimos: Almodóvar es un brillante ideador, un sagacisimo promotor, un imaginativo director, un ingenioso dialoguista y un mal escritor de películas. Incluso en sus dos mejores obras -¿Qué he hecho yo ... ? y La ley del deseo-, los hallazgos del director están dañados y disminuidos por las deficiencias del escritor. Pero lo que en estos filmes -y más aún en Mujeres... y Atame- era un simple, aunque acusado, desequilibrio entre escritura y visualización, en Kika tal desequilibrio adquiere -como presagiaba Tacones lejanos- proporciones insalvables, mortales. Una película de ficción convencional es ante y sobre todo un armazón, una construcción, y en Kika no hay armazón alguna: hay una sucesión amorfa -ensentido literal: el filme está mal o no formalizado- de sucesos confusos y de ocurrencias de efecto tan sólo momentáneo. No más que eso: de ahí el vacío que la llena. El filme carece de secuencia, es decir: de orden temporal creíble, contagioso. Es un trenzado opaco, una acumulación quieta, un amasijo de imágenes carentes de tiempo -y por tanto de ritmo- interior y por tanto sostenidas desde fuera por argucias visuales y chistes verbales adosados, cuyo destino es ocultar la oquedad formal de fondo.

Almodóvar suele paliar los vacíos que las deficiencias de su escritura originan en sus películas sirviéndose de su gran facilidad para el desparpajo coloquial ingenioso y de su finísimo olfato para capturar los contrasentidos ambientales que flotan en la vida española. Pero en Kika aquel in genio coloquial y esta agudeza p para revelar el nonsense de nuestro folclor social cotidiano se le escapan como agua de entre las manos. Por ejemplo, la original idea de una presentadora de televisión uniformada de astronauta de reality show con que carga Victoria Abril carece de desarrollo: es un personaje sin transcurso, que surge y se agota en su primera (y así también última) presencia. Nada puede hacer la experta actriz para crear por sí sola las mediaciones que hubiera necesitado para desarrollar al inmóvil fantoche. Por su parte, el soso personaje cataléptico con que carga Alex Casanovas parece estar desde el principio destinado únicamente a ser sujeto del bonito gag de su resurrección final mediante la descarga de un enchufe eléctrico en el dedo gordo de su pie: pero nada, salvo inexpresividad, ofrece entretanto.

Fórmula, no estilo

Y, como broche, el juego y contrajuego de enigma y secreto con que carga Peter Coyote es algo que se ve venir desde la primera escena en que aparece, y nada puede hacer tan solvente actor para ocultar sus cartas en la bocamanga, pues sabemos cuál es su jugada de antemano. Todo así resulta en Kika sabido y por reincidencia resabido, resultado no de un proceso orgánico y gradual de creación de tensión, de aventura, de representación, de humor y de intriga, sino de la aplicación mecánica a la pantalla de una fórmula -es decir: lo contrario de un estilo- que, al ser fácilmente reconocible, pues ya era evidente en los clichés que componen el artificio de Tacones lejanos, parece, y nos tememos que es, candorosa, muy distante de la buena malicia de aquel Almodóvar en plena forma que nos deslumbró con las inesperadas e inesperables triangulaciones con que jugó en aquellas sus más logradas y, aunque desequilibradas, memorables películas.Kika, a bote pronto, producirá por decreto ambiental mucho dinero: basta con que esté firmada por Almodóvar para que así pueda ocurrir y ojalá ocurra. En el cine hay una inercia del nombre, una resultonería automática de la marca de fábrica, que raras veces falla y que este cineasta español se ha ganado a pulso y por méritos propios. Pero, a la dura manera unamuniana, esta vez Almodóvar vencerá, pero no convencerá. Kika les parecerá entretenida a unos y aburrida a otros, tanto da: en ambos casos es evidente que su aportación al cine y, más cerca, a la filmografía de su productor, director y escritor es insignificante, pues en ella Almodóvar es víctima de lo que otras veces fue su mejor arma: la agilidad del ingenio, neutralizado ahora por la incapacidad para convertir en construcción el conjunto de huecas ocurrencias que se suceden a lo largo de las dos horas de un metraje estancado y plagado de tiempos muertos por falta de captura de la emoción y de sentido de la duración.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_