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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sin aliento

Hace unos meses pasó por la sala Morocco el polémico cantante Terence Trent D'Arby para ofrecer un pequeño concierto con el material de su último disco, Simphony or damn. El pasado jueves comenzó la segunda parte de la visita de TTD a nuestro país. Lleno absoluto para el artista que rozó el trono inamovible del genio de Minneapolis con su primer trabajo, Introducing the hardline according to Terence Trent D`arby; que corrió a la par que Lenny Kravitz para volver a tocarlo con su segundo disco, Neither fish norflesh; que quedó, finalmente, como parte de un cortejo admirador de la creatividad del todopoderoso Prince sin desprenderse de su influencia arrolladora, más clara que nunca en su última entrega, Simphony or damn.

Terence Trent D'Arby

Terence Trent D'Arby (voz, guitarra, teclados), Michael Dorian (teclados, coros), Kevin Wyat (bajo, coros), Louise Metoyer (guitarra, coros), Dave Judy (teclados, percusión, guitarra, coros), Steve Theard (batería, coros). 2.000 espectadores. Precio: 2.800 pesetas. Sala Aqualung. Madrid, 28 de octubre.

Tras Malcolm Scarpa, músico madrileño que acaba de editar un disco con el sello Trinquinoice donde el swing, el folk, el country forman sólo una pequeña parte de la ambigüedad y versatilidad musical que recorre su trabajo, comenzó TTD a librar la batalla del directo.

Welcome to my monasterio abrió su concierto para dar la pauta que dirigió el cauce la noche: sofisticación y barroquismo, tanto musical como escénico, durantes dos horas sin descanso, sin aliento.

Aunque en un principio el sonido fue sucio y plano, el planteamiento que D'Arby desarrolló en su concierto no olvidó ninguno de sus tres trabajos, tratándolos con igual importancia y pasión. Provocación, entrega y mucho juego con el público, prepararon un cóctel que superó en muchos momentos la ejecución musical. Sin embargo, las dosis preparadas por D'Arby de vitaminas y relajantes consiguieron su mayor efecto a través de la vía de los músicos que le acompañaban; el sonido imperante de los setenta, con la sombra de Jimi Hendrix sobre el guitarrista; el sonido sinfónico en su vertiente tanto clásica como psicodélica, correctamente encauzada por los teclistas; el soul, el gospel, el rhythm and blues, con los ritmos del bajista y la versatilidad del batería, decidieron el éxito del recital.

Terence Trent D'Arby bailó, tocó la guitarra y los teclados y realizó una versión de Jumpin' Jáck Flash, de los Stones, que mostró su escuela musical ante un público heterogéneo que se entregó al solista neoyorquino.

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