Mucho peso en los toros de Lebrija
Cuando por falta de casta el estilo de lidia que desarrolla el ganado es de mansedumbre jamás podrá haber emoción, aunque los diestros pongan su afición, conocimientos y valor. Entonces, el tedio y el aburrimiento aparecen en el festejo y, si se le agrega una temperatura gélida, aquello es un suplicio. Así ocurrió en esta corrida por culpa de exceso de peso del pésimo encierro por su sosería de los hermanos Álvaro y Raúl Lebrija Bailleres que se presentaban en busca de cartel.El regiomontano Hernán Ondarza mostró oficio y buscó lucirse con el toro que abrió plaza, número 2 de nombre Perlito de 663 kilos, que es el de mayor peso lidiado hasta la fecha en este coso, pero desafortunadamente fue tardo, calamochaba y desarrollaba sentido. A su segundo un enemigo suelto, bronco y que se colaba por el derecho le ejecutó un trasteo con coraje. Logró meterlo en la muleta al trastearlo en las tablas que era su querencia y, le ligó dos tandas por abajo por ambos lados exponiendo mucho. En este burel se destocó el banderillero Efrén Acosta al colocarle dos pares en todo lo alto dándole la ventaja.
Lebrija/ Ondarza, El Yeyo, Lomelí
Seis toros de Lebrija, mansos, pitados en el arrastre segundo, quinto y sexto.Hernán Ondarza: silencio; salida al tercio. Aurelio Mora El Yeyo: silencio; salida al tercio. Alfredo Lomelí: aplausos; silencio. Plaza Monumental México, 21 de octubre (nocturna), séptima corrida de la temporada de promoción. Regular entrada.
Ante su primero, un bicho aplomado y probón el torero de Torreón Coahuila Aurelio Mora El Yeyo desplegó facilidad con los palitroques y con la pañosa cumplió. Su siguiente astado era un marmolillo y le instrumentó en los medios una serie de valerosas gauneras y, a la hora de la verdad, hizo la cruz y dejó una entera.
Al tercero de la noche, que era abanto y gazapón el tapatío Alfredo Lomelí lo recibió con verónicas cargando la suerte que remató con una bella media. Con la pañosa realizó dos series que principió con un cambiado por la espalda para continuar con templados y mandones derechazos barriendo la arena con la sarga para obligar a humillar al cornupeta. El que cerró plaza era un rajado con malas ideas, que tumbó al picador David Vázquez y a su cabalgadura. Lomelí exhibió habilidad en un que hacer de castigo al morlaco.
Por su entrega los alternantes fueron despedidos con aplausos al abandonar el redondel.
Babelia
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