Precintada parte de una escuela universitaria por ruina
Alrededor de seiscientos estudiantes de la escuela universitaria Santa María, de profesorado de EGB, situada en la ronda de Toledo, hicieron dos sentadas ayer -la primera a las once de la mañana y la última a las siete de la tarde- frente a la puerta de dicho centro para protestar por la suspensión de las clases debido al estado de "ruina" en que se encuentran las aulas del pabellón 1.
El pasado viernes, el edificio de dos plantas, construido a comienzos de siglo y colindante con el colegio público Santa María, fue precintado por la dirección del centro, de acuerdo con el arquitecto Manuel López Soriano, ante las numerosas grietas, algunas de más de tres centímetros, que se habían abierto en techos y paredes.
Desde entonces, más de 500 alumnos -de los 1.800 matriculados- están en la calle. "La situación es patética. Cada vez que pasa el metro por abajo, las clases tiemblan", dice Eva María Pérez, estudiante de segundo de Ciencias Humanas. "Además, todos los días cae del techo arenilla sobre nuestras cabezas. Este verano apuntalaron el edificio con vigas de hierro que ahora, con la lluvia, han cedido", asegura José Ramón Linas, de segundo de Filosofía. Ambos comenzaron las clases el pasado 5 de octubre. Pero lo que no saben es cuándo las reanudarán.
El director del centro, Alberto Barcia, asegura que el problema se deriva del olvido en que ha caído la escuela y del orden de prioridades que tiene la Universidad Autónoma, a la que pertenece dicho centro. "Somos los marginados de la universidad y de la sociedad. Llevamos más de diez años informando del deterioro de la escuela y nadie nos escucha, ni el Estado ni la universidad. Tendrá que ocurrir alguna desgracia para que nos hagan un nuevo edificio", añade Barcia, que espera volver a iniciar el curso el próximo 1 de noviembre.
El próximo curso los estudiantes de la escuela Santa María se trasladarán a la actual Facultad de Derecho, que compartirán con estudiantes de Filosofía, Económicas y con la futura carrera de Informática, en la Autónoma. Pero nadie quiere irse al campus de Cantoblanco.
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