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Toni Morrison

Hace unos meses escribí en estas páginas acerca de la sorprendente fuerza y la inmensa popularidad en Estados Unidos de la literatura de ficción escrita por novelistas negras; dado que la novela seria -blanca o negra- no suele vender mucho en Estados Unidos, éste es un fenómeno digno de ser destacado. Este auge de la narrativa femenina afroamericana ha tenido un tremendo atractivo para las mujeres estadounidenses de todas las procedencias. La más dotada de todas estas novelistas es Ton¡ Morrison, que, a sus 62 años, acaba de ganar el Premio Nobel de Literatura. Su pecularísima voz es una sorprendente mezcla de indignación femenina, resistencia y valerosa sexualidad con una sensación de triunfar en una cultura o estilo de vida alternativos que trasciende el sexo -es una de las novelistas estadounidenses más importantes de esta épocaMorrison, como Hemingway, Fitzgerald, Theodore Dreiser y Sinclair Lewis, procede del centro de Estados Unidos la ciudad pequeña del Medio Oeste- Pero su Ohio natal no es, en realidad, más que el Norte del Sur; una niña negra que creciera allí tenía algo de la dignidad de ser norteña sin estar apartada de los líricos ritmos del discurso surista y de la historia especial del Sur y los negros. Morrison escribió su tesis sobre William Faulkner y Virginia Woolf cuando era estudiante en Cornell.

Además de novelista, Morrison es una experta ensayista; pero no todo el mundo estaría de acuerdo con sus teorías literarias recopiladas en su colección de ensayos Playing in the dark: whiteness and the literary imagination, donde describe la literatura estadounidense como obsesionada por el individualismo, la masculinidad y una insistencia en la inocencia que ella considera una reacción temerosa ante la desconocida y abrumadora presencia africanista. Pero su análisis del interés de Hemingway por África como indicativo de la latente obsesión por la negritud del escritor es bastante especulativo y no logra resultar convincente.

Donde Morrison es suprema y pisa en terreno firme es en la novela. Es una contadora de historias nata, del mismo modo que Faulkner y García Márquez -ambas tradiciones se encuentran en su trabajo- son novelistas natos. Al igual que el Pícaro -un forastero marginal que vivía de su ingenio- era el héroe ejemplar de una sociedad profundamente alterada donde la única certeza era la incertidumbre, la heroína de Ton¡ Morrison resulta especialmente adecuada para la actualidad.

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Su novela más reciente, Jazz, publicada en 1992, es un auténtico triunfo literario. Morrison sitúa su novela en Harlem, en 1926, cuando se suponía que todo en Estados Unidos estaba en pleno apogeo. "Cuando todas las guerras han terminado y nunca va a haber otra... Por fin, por Fin, todo está por delante... Aquí llega lo nuevo. Cuidado. Desaparecen las cosas tristes. Las cosas malas. Las cosas que nadie podía evitar. ". En esta novela, Morrison se apodera verdaderamente del lenguaje, de los riffs, del ritmo del jazz. Y añade a eso una trágica carcajada salvaje por la vida, que es el sello de nuestra ficción sureña.

En los años veinte, todo el que venía del Sur y del Medio Oeste. acababa en Harlem. ¿Por qué no? El renacimiento literario de Harlem estaba en todo su esplendor, allí había dinamismo, promesa y nada de crimen. ¿Por qué no ir?

Como Joyce Carol Oates, Morrison sabe cómo dar hábilmente la vuelta a su historia, cómo contarla boca abajo y del revés. En seguida, Joe Trace, un hombre de mediana edad que se dedica a vender productos de belleza y un afectuoso marido, mata a su amante de 18 años, Dorcas. La mujer de Trace, Violetta, también metida en el negocio de la belleza y que habla básicamente con los pájaros, remata con un cuchillo el cadáver de Dorcas para afearlo deliberadamente. El don de Morrison es su capacidad para cubrir sus personajes del presente inmediato con una historia mitológica: en sus novelas escribe una historia literaria alternativa, la historia no oficial, la historia de la esclavitud.

Irónicamente, los más molestos por este nuevo giro de los acontecimientos. en el mundo literario estadounidense han sido frecuentemente los escritores negros varones. Muchos, incluido Ishmael Reed, que ha escrito sátiras sobre el tema -Japanese spring, piensan que el poderoso auge de las escritoras afroamericanas es resultado del CP-ismo (CP: políticamente correcto). No cabe duda de que ahora se practica una política algo cínica de dos por uno en las universidades y fundaciones estadounidenses: si una universidad invita a una mujer afroamericana a dar una conferencia o a incorporarse a la facultad como miembro, se hace cargo de dos minorías -negros y mujeres- Hasta cierto punto, los escritores negros varones han salido perjudicados con esta política. Por otro lado, y la obra de ficción de Ton¡ Morrison y de otras escritoras afroamericanas también ha insistido en ello, las mujeres negras han sido realmente abandonadas por los hombres negros. Un problema básico en Estados Unidos ha sido la ausencia del varón negro: la familia negra sin padre.

Pero la narrativa espontánea y las dotes líricas de Ton¡ Morrison la hacen destacar por encima de una mera interpretación polémica. Su primera novela, publicada en 1970, The blue eyes, que trata de una niña negra que sueña con tener ojos azules, tenía toda la dulzura narrativa natural de la mejor literatura del Medio Oeste y del Sur acerca de las pequeñas ciudades de Estados Unidos. En Sula (1973), Song of Salomon (1977) y Tar baby difundió su voz y creó su especial resonancia histórica mitológica.

Beloved (1986), su éxito más comercial, la hizo merecedora del Premio Pulitzer. Pero es en su novela corta más reciente, Jazz, donde sus diversos dones funcionan a su más alto nivel; y la publicación de esta extraordinaria obra ha influido sin duda en el Comité del Premio Nobel a la hora de elegirla para el Premio Nobel de Literatura.

Barbara Probst Solomon es escritora y periodista norteamericana.

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