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Checa: "Felipe II no era un puritano"

Concedido el Premio Nacional de Historia a su libro sobre el mecenazgo del rey

Andrés Fernández Rubio

La leyenda es negra o rosa. Para los liberales del siglo XIX, Felipe III encarnaba al monstruo tiránico. Para los reaccionarios, al cristiano monarca absoluto. Pero hay una zona intermedia: el hombre más poderoso fue también el mayor mecenas, "ni puritano ni abominable", sino cómplice de los cuadros eróticos de Tiziano, amante de la naturaleza, diseñador de jardines y estanques e impulsor de la arquitectura. Así lo explica Fernando Checa, de 41 años, profesor de arte de la Universidad Complutense de Madrid, que ayer ganó el Premio Nacional de Historia 1993, dotado con 2,5 millones de pesetas, por su libro Felipe II, mecenas de las artes.

La conclusión de Fernando Checa es que Felipe II fue un humanista contrarreformista, término contradictorio en apariencia. "Lo que pretendió fue, a través de su mecenazgo, cristianizar la antigüedad clásica, tomar su legado profano y, sin despreciarlo, amoldarlo a los nuevos tiempos", dice. Esos tiempos son los de la segunda mitad del siglo XVI, de afirmación de la monarquía e impulso contrarreformista, ya con las rigideces del concilio de Trento en vigor.

Cumplir el decoro

Pero Felipe II nunca dejó, pese a cumplir con el decoro (lo religioso en las iglesias, lo profano en los palacios), de estar rodeado de artistas y humanistas. A Tiziano, explica el historiador, le encargó pintura religiosa y, en paralelo, pinturas de la mitología abiertamente eróticas, como la Danae o la Venus y la música del Museo del Prado. Checa sostiene que las obras pudieron estar expuestas en un camerín privado para uso erótico del rey. 'No era tan puritano; en realidad eran mucho más puritanos los primeros Borbones, como Felipe V, que vendió gran parte de esas pinturas, o Carlos III, que directamente quiso quemar las que quedaban". El libro, editado por Nerea en 1992, trata de ofrecer una visión de conjunto. "Uniendo infinidad de datos", dice Checa, "Felipe II se convierte en el principal coleccionista y mecenas de las artes europeas del siglo XVI junto con los Papas y los Medici". Y cita a los arquitectos Juan de Herrera y Juan Bautista de Toledo, autores de El Escorial; a Tiziano, que dedicó prácticamente los últimos 15 años de su vida a los cuadros encargados por el rey, y al escultor Pompeyo Leoni. Junto a ellos, se interesó por obras de arte del pasado, fue el mayor coleccionista del siglo XVI de cuadros del Bosco y consiguió los mejores lienzos de Van der Weyden y de Van Eyck.Respecto a sus palacios (el Alcázar de Madrid, El Pardo, Aranjuez y Valsaín, hoy perdidos) todos tenían jardines, también perdidos pero de los que existe documentación. "De ésta se desprenden dos cosas", dice Checa, "su amor por la naturaleza y la inspiración en la jardinería flamenca". En sus dos viajes juveniles a los Países Bajos le habían impresionado las arquitecturas rodeadas de jardines y estanques.

"El lago actual de la Casa de Campo de Madrid", comenta, "es el resultado de unir en el siglo pasado los tres estanques que había mandado construir Felipe II en su finca de descanso". Fernando Checa cita finalmente dos ideas típicas de la Ilustración a las que se adelantó este rey: la canalización de los ríos y los caminos arbolados. "Se canalizó parte del Tajo en Aranjuez y se empezó a canalizar por Lisboa, pero era utópico. Incluso los caminos arbolados, que se consideran ilustrados, tienen su precedente en los que ordenó hacer en Aranjuez.

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