20 millones por un ladrillo fantasma
Los gemelos de Olaya Jiménez tienen 28 años y no se pueden casar. Su hijo mayor, tampoco. Así que tras pagar la entrada de tres pisos para los tres hijos, su máxima ilusión es vivir sin los vástagos, sóla en otra vivienda nueva. Pero ella tampoco se puede ir al piso de Pavones, porque todavía no se ha colocado el primer ladrillo. Ya ha pagado 20 millones de pesetas, cinco por cada piso, y a lo mejor por eso sus gritos eran los que más se oían a la cabeza de la manifestación. Por encima de las 3.000 voces y de la megafonía de los organizadores, Olaya inventaba consignas que todo el mundo coreaba. Portaba una foto de Carlos Sotos, gerente de la cooperativa de viviendas PSV, con un letrero: "Se busca". Teodora Navas, separada, con 35 años y un hijo, vive con otra familia y paga 25.000 pesetas mensuales de alquiler, que se suman a las 280.000 que entrega cada tres meses a PSV para tener algún día una casa en Valdebernardo. Ya lleva más de seis millones pagados, de los 13 que cuesta ese piso que no existe. No se cree que las obras se hayan iniciado, pero piensa seguir pagando religiosamente porque "son letras, y las letras hay que pagarlas".Pilar Cirujano, viuda con dos hijos universitarios, es auxiliar de clínica en el Insalud. "Me congelan el sueldo, me suben las tasas de la Universidad y pago 35.000 pesetas de alquiler porque con los cinco millones que he dado no tengo todavía ni el suelo de mi casa". Y se ríe diciendo que ha tenido que "echarse a la calle de noche... ¡a hacer guardias!".
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