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El festival entra en su recta final con pocos favoritos

Primacía del filme español 'Madregilda' y el mexicano 'Principio y fin'

Cuando aún no se han acallado los ecos de la unánime buena acogida tributada a Misterioso asesinato en Manhattan, el último y brillante filme de Woody Afien, ya presente en el festival de Venecia -proyectado anteayer- aquí fuera de concurso-, y cuando se acerca el final de esta 41ª la edición del festival donostiarra, no son muchas las películas con méritos suficientes como para hacerse con los galardones que los distintos jurados comienzan ya a conceder.

Mike Leigh, director del filme Naked, obtuvo ayer el premio Autor 93 nombrado por la Sociedad General de Autores de Espafia, para recompensar "al mejor guión, la mejor realización o la mejor composición musical", según sus normas, que premia sólo a películas producidas por países de la CE con un galardón de 10.000 ecus (1.600.000 pesetas).En la selección oficial, ayer tampoco fue un día de grandes sorpresas. Ni la insignificante película belga Just friends, de Marc-Henri WaJnberg, ni siquiera la correcta e incluso a ratos interesante producción polaca Diario de un jorobado, de Han Kidawa-Blósnki, parecen capaces de discutir laprimacía de dos filmes ya comentados en días anteriores: el español Madregilda, de Paco Regueiro, y el mexicano Principio y fin, de Arturo Ripstein.

En una selección que no se ha caracterizado hasta ahora precisamente por su voluntad de riesgo formal ni por las ambiciones de discurso, un filme como Diario de un jorobado, resulta lo más parecido a un producto con pretensiones. Narra nada más y nada menos que la historia de Polonia desde 1939 hasta hoy mismo, a través de una familia polaca de origen alemán que habita en la zona minera de la Alta Silesia, y con saltos temporales marcados por las grandes fechas de la reciente historia del país 1939, 1945, 1956, 1968 y 1981, y con un epílogo situado en la ac7 tualidad.

Pero las peripecias de dicha fámilia, y muy concretamente las de su vástago, el jorobado del título, son sólo la excusa que oculta una apenas disimulada alegoría sobre el destino polaco: el jorobado es nada menos que la representación simbólica de Polonia, hijo del adulterio de su madre con un comunista en las postrimerías de la segunda guerra, y criado por un padre que deja de lado sus ideales nacionalistas para medrar dentro del sistema, como lo hará luego abandonan'" do la burocracia comunista para ser uno de los primeros militantes de Solidaridad.

Una idea y otros accesorios

Si Diario de un jorobado muestra que el duro despertar al capitalismo no parece. ajustarse a las ilusiones nacidas de la caída de los regímenes comunistas, Just friends resulta a su lado una película sin ambiciones un "filme menor" que en la jerga cotidiana de este festival es un término que sirve para designar aquellos productos construidos con una sola idea y unos cuantos elementos accesorios, y que tanto han abundado en los ocho días de proyecciones que ya llevamos en nuestros ojos. Aquí, el sueño de un músico de jazz de Amberes que, en 1959, desea emigrar a Nueva York, es la única excusa no para una película, sino tan sólo para una buena banda sonora en la que resuena, majestuoso, el saxo de Archie Shepp. Y nada más.

Así las cosas, y cuando todavía quedan por ver dos filmes a competición, el jurado no debería tener grandes problemas para dilucidar la Concha de Oro al mejor filme y la de plata a la mejor dirección, que deberían estar, salvo inesperadas sorpresas de última hora entre Madregilda, de Regueiro, y el ejemplar melodrama Principio y fin, de Arturo Ripstein.

En el primer caso, la creación de un fascinante universo visual y un retrato completamente ori7 ginal y personalísimo de Franco y de la España del franquismo, deberían pesar más que algunas vacilaciones de su estructura narrativa para no hurtarle un galardón del todo merecido. Dicho esto, a pesar del hecho, claramente contrario. a los intereses del filme, de que para su total comprensión hace falta un cierto conocimiento de los entresijos de la historia reciente de España, cosa dificil de pedir a un jurado compuesto por profesionales de muy distinta sensibilidad y origen.

En el caso de Principio y fin hay que valorar el rigor con que Ripstein trabaja materiales de desecho, directamente emparentados con el culebrón televisivo, pero tratados aquí con el respeto y la coherencia de quien los usa para arremeter sin misericordia contra el conservadurismo, sin caer nunca en la parodia ni en el exceso al que fácilmente podrían llevarlo unas situaciones de guión marcadas por el patetismo más feroz.

Peor lo tendrá el jurado que debe conceder los 350.000 dólares (casi 50 millones de pesetas) del premio instituido por el Gobierno vasco, a la mejor obra primera o segunda incluida en la programación del festival, que no haya competido antes en ningún certamen organizado por la federación internacional de productores, y que no cuente de antemano con un gran apoyo para su promoción. Aquí los pronósticos están menos claros, y si hasta ahora la china Por diversión, de Ning Ying aparecía como una de las favoritas, desde ayer habrá que contemplar también las posibilidades de Desde la isla, del escocés Mike Alexander.

Basada en dos relatos del escritor lan Chricliton Smith, el filme es el retrato sensible de un pequeño pueblo de las islas híbridas, trazado con admirable concisión gracias a un guión espléndido y a un ejemplar empleo de las elípsis y de la descripción visual, o dicho de otra forma, eso que siempre se ha denominado simplemente buen cine.

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