Un trono digno

Manolo García (voz), Quimi Portet (guitarra), José Luis Pérez (guitarra), Nacho Lesko (teclados), Antonio Fidel (bajo), Juan Carlos García (batería), Pedro Javier González (guitarra española, laud). 18.000 personas. Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 21 de septiembre.

Como buen anfitrión, Manolo García, de El Último de la Fila, presentó a Angelo Branduardi a las 18.000 personas que abarrotaban Las Ventas. Hubiera sido el anfitrión perfecto si, además de esta presentación, le hubiera ofrecido mejor sonido y luces, aunque mucho peor estuvo el público. Acogió al italiano con una sonora pita, absolutamente inmerecida porque Branduardi aún no había abierto la boca para decir ni "buenas noches". Pero este bardo del siglo XX -que se presentaba en Madrid a sus 43 años, tras 20 de carrera-, aguantó como lo hacen los buenos músicos, recorrió los éxitos de su extensa carrera, interpretados incluso en castellano, y logró acallar parcialmente a un respetable poco respetuoso cuando cogió el violín y ofreció sus canciones más danzarinas. Se fue mientras el público gritaba ¡último, último! Una pena.

Cuando El último de la Fila comenzó a esbozar los primeros compases de Sara, aparecieron los relámpagos. A lá tercera canción ya llovía a cántaros, mientras el público botaba. Y entre agua y aparato eléctrico transcurrió el festival que fue una fiesta.

El grupo de Manolo García y Quimi Portet, que centró su actuación en sus últimos discos, ha endurecido su sonido. Buena parte de culpa la tiene la incorporación del guitarrista José Luis Pérez, que ya colaboró con García y Portet en Los Burros, hace 10 años. No le sienta mal al grupo esta dureza, aunque pone en evidencia la linealidad de las últimas composiciones de un grupo que, en este aspecto, se encuentra en un momento delicado, tanto en la música (utilización del calzador para adecuar melodías al texto) como en las letras ("Te trajo el viento y te amé como un niño. Esto no es gran cosa, pero algo hay que escribir". Hierbas de Asia). Sin embargo, El último de la Fila mantiene gotas de frescura en estribillos recientes (Como un burro amarrado a la puerta del baile), y ese espíritu de grupo que conecta y da calor.Tratamiento acústico

El último de la Fila demostró originalidad en el tratamiento acústico de algún tema antiguo (Lejos de las leyes de los hombres), y recordó aquellos tiempos, no tan lejanos, en los que canciones como Aviones plateados rozaban la perfección de una síntesis ejemplar entre el pop y lo andaluz. Y tras alinearse con Greenpeace y Amnistía Internacional y escuchar cómo el público coreaba con especial vehemencia estrofas de solidaridad e igualdad, llegó la antimilitarista Querida Milagros, y Llanto de pasión y, en los bises, la magnífica Insurrección, el recuerdo a Los Burros con Disneylandia y el final con todo el público cantando aquello de Alma, corazón y vida antes de cerrar con una ranchera magníficamente cantada por Manolo García.

El público, que había aguantado lluvia en diversa intensidad, encantado. El último de la Fila había ofrecido espectáculo y, olvidando canciones excelentes y significativas, un repertorio representativo de su actual etapa, más centrada en el presente que en el pasado. Fue un buen recital de uno de los grupos clave del pop español, que ha logrado auparse al trono y se mantiene con dignidad.