Rabin y su estrategia del cambio
Un áspero debate enfrenta estos días a la oposición nacionalista de derechas y al Gobierno de Isaac Rabin. El detonador de este debate ha sido la muerte de los nueve soldados israelíes en el sur de Líbano por las minas de Hezbolá.El ex primer ministro Isaac Shamir y el ex jefe del Estado Mayor Rafael Eytan, hoy diputados nacionalistas, acusan a los altos mandos del Ejército de "seguir ciegamente a un Gobierno que lleva el país hacia el desastre". En el curso de la última reunión del Gobierno, algunos ministros subrayaron que este llamamiento, indirecto pero sin precedentes, exhorta de hecho al Estado Mayor a desobedecer al poder civil. "He participado en los combates y he dirigido a mi regimiento en la guerra de Líbano en 1982, una guerra que no aprobaba en absoluto, porque se trataba de la decisión de un Gobierno elegido democráticamente, el Gobierno de Menájem Beguin", declaró el diputado de izquierdas y coronel en la reserva Ran Cohen.
Entrevistado por la televisión israelí sobre si quería rectificar sus declaraciones, ya que podían interpretarse como una llamada a la rebelión, Shamir se negó a hacerlo. Esta violencia verbal obedece al temor de la oposición nacionalista de que el Gobierno tenga realmente la intención de conseguir la paz, y no dude, en caso necesario, en hacer importantes concesiones territoriales, según fuentes de Jerusalén.
La filosofía política que subyace en la estrategia de paz del Gobierno de Rabin se manifestó en el discurso que el primer ministro pronunció recientemente ante una promoción de oficiales de la Escuela Superior Militar. Rabin empezó por recordar una conversación entre el entonces primer ministro Levi Eshkol y Lyndon Johnson, presidente de Estados Unidos, después de la aplastante victoria militar israelí en junio de 1967. ¿Cuál es el Estado de Israel que desean ustedes?", preguntó Johnson a Eshkol. El presidente norteamericano, que se refería a las fronteras que quería Israel, no recibió ninguna respuesta del primer ministro israelí.
"Hoy, 46 años después del nacimiento de nuestro Estado, 26 años después de la guerra de los Seis Días, ya es hora de contestar a esa pregunta. ¿Cuál es el Estado de Israel que queremos?", dijo Rabin. Después de dicha guerra, la imagen de Israel como un superman se impuso en el mundo e incluso en Israel, dijo Rabin, que añadió que esta impresión supuso un aislamiento creciente de Israel en el plano internacional. Hoy, después de los cambios que ha sufrido el mundo en los últimos 10 años, Israel también debe cambiar, apuntó. "Debemos abrirnos al mundo, mirar a nuestro alrededor, iniciar negociaciones y conseguir la paz afirmó Rabin. "Pero para conseguirlo debemos cambiar criterios y opiniones enraizadas en nuestra alma nacional por tantos años de hostilidades continuas. Sólo un Israel fuerte nos dará la seguridad necesaria para la toma de decisiones difíciles, a veces dolorosas, para la consecución de la paz",
Es esta filosofía política, esta determinación para remodelar los conceptos tradicionales de Israel "para conseguir la paz y no sólo hablar del proceso de paz", en palabras de Rabin, la que ha elevado las protestas de los líderes del Likud y del conjunto de la derecha nacionalista y religiosa en Israel. Ésta se ha dado cuenta de que, desde su llegada al poder hace un año, Rabin prepara a los israelíes para que asuman concesiones inevitables. No lo ha hecho bruscamente, sino en pequeñas dosis, multiplicando las elipsis y las medias verdades. Un paso adelante, dos de lado y medio hacia atrás.. Poco a poco ha suprimido las diferencias entre las colonias judías en los territorios ocupados llamadas de seguridad y las llamadas políticas, una distinción que había inventado para desacreditar ante la opinión pública a las colonias políticas creadas por los Gobiernos de Beguin y Shamir para impedir cualquier concesión territorial en los territorios de Gaza y Cisjordania. últimamente, Rabin también ha empezado a cuestionar el papel de defensores de la seguridad atribuida durante más de 20 años a los colonos judíos en el Golán.
Pero ¿cómo conciliar esta voluntad de Rabin de preparar a la población israelí para los cambios geográficos indispensables si se quiere la paz con su política de brutal represión en los territorios ocupados y con los implacables bombardeos sobre los pueblos libaneses? Para los rabinólogos, sólo un Rabin visto por los israelíes como un hombre de Estado fuerte y duro, para quien la seguridad de su país es prioritaria, podrá conseguir que la opinión pública acepte las "decisiones dolorosas" de las concesiones territoriales.
Rabin ha comunicado su estrategia a los ministerios clave de su Gobierno, desde la formación del Gabinete, según fuentes próximas al Gobierno. Sin eso, los ministros que buscan la pacificación, los laboristas y el izquierdista Meretz, que forman la mayoría del Gobierno, no se habrían tragado tantos sapos: desde la expulsión de los 415 palestinos de Hamás hasta los bombardeos sobre los pueblos libaneses, pasando por el lanzamiento de cohetes antitanque sobre las casas palestinas. Los rabinólogos describen así a un hombre de Estado astuto, casi maquiavélico, que persigue sin descanso, incluso en zig-zag, una estrategia de paz consecuente.
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