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'Recontras' y sandinistas ponen fin a los secuestros políticos de Nicaragua

Antonio Caño

La pesadilla del doble secuestro de Nicaragua estaba anoche al borde de la conclusión con la liberación de todos los rehenes, después de haber mantenido al país bajo la amenaza de una guerra civil. Destacados dirigentes políticos de derecha e izquierda permanecieron durante siete días en manos de comandos armados. A última hora de la noche -primeras horas de la madrugada de hoy en España- fueron puestos en libertad los cinco rehenes capturados por los recontras (ex combatientes de la contra nicaragüense que no entregaron sus armas) en la región del Norte, en el área de Quilalí.Inmediatamente, los recompas (militares sandinistas desmovilizados) de Managua respondieron con el anuncio de la liberación de sus cinco secuestrados, entre ellos el vicepresidente, Virgilio Godoy. La liberación de los rehenes de Quilalí -dos diputados sandinistas y tres oficiales del Ejército- se produjo después de dos días de difíiciles negociaciones dirigidas por el cardenal Miguel Obando y Bravo.

Los recontras no tuvieron éxito en su exigencia inicial de que renunciasen a sus puestos el ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo, y el ministro de Defensa, general Humberto Ortega, pero las autoridades garantizaron que no se tomarán represalias contra el jefe del comando, Esteban Talavera, El Chacal, ni contra sus hombres. Todos ellos podrán huir a las montañas.

El comando de Managua, encabezado por el ex comandante del Ejército Donald Mendoza, prometió que entregaría a sus cinco secuestrados a la diputada sandinista Doris Tijerino, una de las rehenes de Quilalí, que anoche viajaba hacia la capital. Una vez efectuada esa entrega, las autoridades trasladarían a los miembros del comando en helicóptero hacia un lugar que todavía no se conocía anoche.

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El Gobierno de Nicaragua intenta alcanzar un pacto nacional con la UNO y los sandinistas

Viene de la primera páginaLas alternativas mencionadas son las de algún país extranjero -Costa Rica, Panamá o México- o bien las de cumplir con el deseo expresado antes por el comandante Mendoza de unirse a las fuerzas de Pedrito el Hondureño, el ex oficial del Ejército que dirigió el reciente levantamiento de Estelí. Funcionarios nicaragüenses exploraron la posibilidad de que este grupo fuese acogido por España como exilado, pero el Gobierno español no consideró conveniente la solución, según fuentes diplomáticas en Managua.

De esta manera se pone fin a la crisis más grave sufrida por Nicaragua desde el final de la guerra civil en 1990, aunque no se despeja la grave preocupación surgida por la polarización política que ha llevado el rearme de miles de personas en este país.

El Gobierno presidido por Violeta Chomorro, pero dirigido por Antonio Lacayo, intenta, ante la delicada situación, un acuerdo político con los partidos de la UNO y del Frente Sandinista para alcanzar un pacto nacional.

"Venceremos"

Los miembros del comando secuestrador de Managua recibieron la noticia de la liberación de los rehenes de Quilalí con vivas a diferentes héroes de la guerra contra el dictador Anastasio Somoza y de la revolución sandinista. En una breve conferencia de prensa concedida a los periodistas que han permanecido con ellos en la sede de la Unión Nacional Opositora (UNO) durante estos días, los secuestradores afirmaron que su acción "ha recuperado la dignidad de la revolución" y gritaron "patria o muerte. Venceremos". Un portavoz de un llamado Frente de Izquierda Revolucionario Sandino comunicó a las emisoras de radio que contaba con unidades militares desplegadas en Managua para proteger a Mendoza y sus hombres.

Horas antes de la conclusión del doble secuestro, el ministro de la presidencia, Antonio Lacayo, insistía en que está dispuesto a gobernar si se logra tal acuerdo nacional.

La única que no ha parecido impresionada por los acontecimientos es la presidenta, Violeta Chamorro, que ayer viajó a México para entrevistarse con Carlos Salinas, dejando detrás una situación potencialmente explosiva. Chamorro tenía previsto haber iniciado ese viajé el lunes, pero lo retrasó dos días "para no dejar aquí tanto secuestrado", según sus propias palabras. Antes de salir de Managua, a donde tiene previsto regresar mañana, la presidenta hizo el siguiente diagnóstico del estado actual de la nación: "No es tan malo ni tan bueno".

Críticas a Chamorro

Es probable que una de las primeras consecuencias de esta crisis sea la pérdida de popularidad de Violeta Chamorro, a quien los secuestrados en Managua han criticado duramente por no haberse interesado personalmente, en ningún momento, por el estado de salud de los rehenes, entre los que se encuentra su propio vicepresidente, Virgilio Godoy.

Las negociaciones entre mediadores y secuestradores se reanudaron ayer en el norte y en la capital. José Angel Talavera, El Chacal, se mostraba particularmente preocupado por supuestos movimientos de tropas del Ejército popular sandinista que, según él, intentaron rodear a sus fuerzas para capturarlas una vez que fueran liberados los últimos rehenes.

Durante la noche del martes se vivieron momentos de gran tensión al conocerse las amenazas de varios comandos de recontras de acudir en auxilio de El Chacal y su comando 380 si éstos eran atacados por el Ejército. Estas amenazas fueron contestadas por portavoces anónimos del llamado Frente Revolucionario Sandinista, presuntamente integrado por antiguos militares desmovilizados, que prometían acciones armadas si no eran desmantelados todos los grupos contras que operan en el norte del país.

Alarmado.por una situación. de imprevisible rumbo, Antonio Lacayo mantuvo una nueva reunión con representantes de la UNO y del Frente Sandinista, para avanzar en la negociación de un acuerdo nacional.

Un acuerdo de esas características parece también impulsado por Estados Unidos. El subsecretario de Estado norteamericano, Clifton Wharton, telefoneó el martes a la presidenta Chamorro para expresarle el deseo de su Gobierno de que "todos los sectores políticos trabajen de forma coordinada y patriótica, para profundizar en el proceso democrático", según la información facilitada por la oficina del portavoz presidencial nicaragüense.

Dos conspiradores

Toda la política nicaragüense, desde hace dos años y medio, gira en tomo al eje integrado por dos personajes oscuros, probadamente ambiciosos y con fama de brillantes conspiradores: el ministro de la presidencia, Antonio Lacayo, y el ministro de Defensa, Humberto Ortega. Ellos son los inventores de este curioso cogobierno formado de hecho entre Violeta Chamorro y los sandinistas.Son también el blanco de los odios de todos los opositores. Sus orígenes no pueden ser más dispares. Lacayo, un rico empresario formado en el exclusivo Instituto Tecnológico de Massachusetts. Ortega, un astuto guerrillero que diseñó la estrategia contra Anastasio Somoza primero, y contra sus propios compañeros de la dirección sandinista, después.

El destino los unió tras la victoria de Chamorro en las elecciones de 1990. Ambos entendieron entonces que uno no sería nada sin el otro. Lacayo, que ni siquiera cuenta con un partido político, hubiera sido borrado por los varones de la UNO. Ortega hubiera perdido su Ejército.

El pacto entre ambos se disfrazó bajo una supuesta voluntad de concordia nacional, pero cada día se parece más a un trato siciliano que acabará a golpes cuando dejen de necesitarse. Buena parte de los males del país radican en la mezquindad de ese pacto.

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