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Rabin pone tres condiciones para que Israel se retire del sur de Líbano antes de un año

El primer ministro israelí, Isaac Rabin, asegura que su país está dispuesto a abandonar en menos de un año la zona de seguridad que estableció de manera unilateral en 1985 en el sur de Líbano, pero con tres condiciones, según se informó ayer en Jerusalén: que el Ejército libanés se despliegue en la zona y desarme a la guerrilla integrista de Hezbolá, que no haya "actos terroristas" durante un período de entre seis a nueve meses y que las tropas de la milicia proisraelí Ejército del Sur de Líbano sean integradas en el Ejército regular.Rabin, que hablaba ante una comisión parlamentaria, aseguró que de cumplirse estas tres condiciones, su país estaría a favor de un tratado de paz formal con Líbano. El primer ministro añadió que el principal obstáculo a la paz es la actitud del Gobierno de Siria, que apoya, dijo, los ataques de Hezbolá con la esperanza de que la presión integrista fuerce a Israel a devolver los altos del Golán.

El ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, declaró horas después a través de la televisión que la consecución de un primer acuerdo con los palestinos sobre la autonomía de una parte de los territorios ocupados de la banda de Gaza y de la localidad de Jericó, en Cisjordania, está "realmente cerca".

Por otra parte, prosigue la polémica en el seno de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en vísperas de la reanudación de las negociaciones de paz de Washington, prevista para el próximo martes. El jefe de la organización, Yasir Arafat, debe entrevistarse hoy en Túnez con el dirigente de los territorios ocupados Faisal al Huseini. Éste afirmó ayer que intentará "resolver los problemas" que dividen a la dirección palestina, e hizo hincapié en que las dificultades financieras "no debilitarán la posición palestina en la mesa de negociaciones", aunque han obligado a reducir a la mitad la delegación que participa en las conversaciones de paz. Arafat ha convocado también para hoy una sesión del Comité Ejecutivo de su organización, del que han renunciado dos miembros, que no asistirán a la reunión.

Las dificultades financieras de la central, que aumentaron tras la guerra del Golfo, cuando Arabia Saudí y Kuwait cortaron los fondos a la OLP por su apoyo a Irak, juega un papel importante en la crisis. También influyen las divergencias políticas, ya que varios dirigentes de los territorios acusan a Arafat de hacer demasiadas concesiones.

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