Brasil
Mi primera reacción, como ciudadano brasileño, al leer el editorial publicado por EL PAS el día 4 de agosto fue de asombro. La segunda, de profunda indignación. Donde todo vale, tituló EL PAÍS.El notorio diario ha cometido algunos errores en sus severas críticas a Brasil. Según el editorialista, "la matanza de los niños de la calle ( ... ) ha sacado a flote casi todos los males que padece Brasil, y que el visitante de la ciudad maravillosa (Río de Janeiro) trata de no ver para que no se amargue el viaje".
El "casi todos" es muy cómodo y poco comprometedor. Muy inteligente, el editorialista. Pero es de admirarse la ingenuidad de caer en los viejos estereotipos de pensar que Río es el retrato de Brasil. Si en Río hay samba, Brasil es el país de, las mulatas. Es decir, matar a niños en Río de Janeiro se convierte en práctica común en las grandes ciudades de Brasil, como pretende convencer el editorialista.Igual de sorprendente y revelador es entender el oportunismo de la noticia. El problema de los meninos de rua en Brasil es tema de preocupación nacional desde hace mucho tiempo. Si uno dependiera de las líneas de EL PAÍS para enterarse de la realidad brasileña, tendría que esperar a que las agencias internacionales se dispusieran a transmitir asesinatos de niños y escándalos sociales.
Es muy poco afortunado para un diario informar de esa manera a sus lectores sobre la actualidad de un país. Un país con 8,5 millones de kilómetros cuadrados, 150 millones de habitantes y que tiene la novena economía del mundo, dígase de paso, por delante de la española.
Ni siquiera la presencia del Rey de España, y del presidente, Felipe González, en la Cumbre Iberoamericana realizada en Salvador de Bahía fueron suficientes para que su renombrado diario saliera un poco de su rígida línea editorial y dedicara la atención necesaria al tema. Eso sí, un tema muy diferente al de los niños asesinados, pero de igual importancia para la coyuntura, no sólo de Brasil, de todo un continente.
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