Gobierno y partidos nicaragüenses apuestan por el diálogo en la crisis de los rehenes
La grave crisis abierta en Nicaragua por la toma masiva de rehenes por un comando recontra y otro sandinista seguía ayer sin perspectivas de pronta solución, pese a que el grupo sandinista había liberado a 14 de sus 32 secuestrados y a que el Gobierno y los partidos han apostado por la negociación y no por la fuerza. En la ocupada sede de la Unión Nacional Opositora (UNO) en Managua seguían retenidos, entre otros, el vicepresidente, Virgilio Godoy, y el ex presidente del Parlamento Alfredo César. Ayer mismo, nueve periodistas se convirtieron también en rehenes. En el otro frente, los recontras, encabezados por José Ángel García Talavera, alias El Chacal, se negaban a liberar a sus 37 rehenes hasta que dimitan el jefe del Ejército, Humberto Ortega, y el ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo.
En torno a la sede de la UNO, que permanece vigilada a distancia por el Ejército y la policía, se vivieron momentos de tensión ayer por la tarde cuando un grupo de periodistas gráficos intentó acercarse al edificio para tomar fotografías. Cuando los reporteros cruzaron el cordón policial que rodea el edificio se produjo un largo intercambio de disparos. Afortunadamente no se produjeron víctimas. Entre el fragor del fuego, los sandinistas reclamaron la presencia del cardenal Miguel Obando Bravo y del ex presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y aseguraron que no aceptarían otros intermediarios.El arzobispo de Managua mantuvo, de hecho, una conversación telefónica con el vicepresidente Godoy y con el jefe del Comando 40. El primero le planteó la posibilidad de presentarse en la sede de la UNO, a lo que el cardenal repuso que quisiera hacerlo acompañado de la presidenta Violeta Chamorro. El segundo le pidió que interceda ante los recontras para que acepten un intercambio de rehenes. Obando, quien expresó su, disposición a mediar ante ambas partes, pidió respeto por los rehenes y añadió que los nicaragüenses van camino de "perder la cabeza".
En el interior de la sede de la UNO la tensión era evidente. Los secuestrados aparecen con aspecto exhausto y desaliñado en las imágenes de televisión. Ante la posibilidad de que los seguidores de la coalición opositora intentaran asaltar el lugar, los sandinistas colocaron semidesnudos ante las ventanas a Alfredo César, Humberto Castilla y Luis Sánchez.
En el cerro Zúngano, cerca de Quilalí, los recontras del Frente Norte, que dirige El Chacal, mantienen retenidos a 30 militares de las Brigadas Especiales de Desarme y a siete civiles, entre los que se hallan dos diputados sandinistas y dos viceministros. El grupo ha rechazado el ultimátum lanzado en Managua por el Comando 40 por la Dignidad de la Soberanía, que encabeza Domingo Mendoza.
Una de las dos comisiones formadas para dialogar con los secuestradores logró el sábado, en una primera reunión de dos horas de duración, la liberación de 14 de los rehenes en poder del Comando 40. En el equipo negociador, junto a representantes del Gobierno, la UNO y otros grupos, figura el ex presidente sandinista Daniel Ortega, quien ha prometido a los rebeldes que no serán objeto de un ataque. El Comando 40 espera ahora que El Chacal actúe en consecuencia y libere a alguno de sus, cautivos como gesto conciliador.
En el Frente Norte, sin embargo, ni siquiera pudo comenzar la labor de mediación. La delegación enviada con tal objeto se encontró con que El Chacal estaba ausente.
Destacamentos militares, con apoyo de vehículos blindados y piezas de artillería, se han desplegado en Quilalí. Pero el Gobierno se ha mostrado contrario, hasta el momento, a adoptar medidas de fuerza para acabar con ambos secuestros y apuesta por la vía negociadora.
Antonio Lacayo, ministro de la Presidencia, hombre de confianza y yerno de Violeta Chamorro, es considerado por los dirigentes de la UNO como el artífice del pacto con los sandinistas suscrito en los dos meses que mediaron entre la derrota de Daniel Ortega el 25 de febrero de 1990 y la toma de posesión de la nueva jefa de Estado el 25 de abril. En virtud de ese compromiso, el general Humberto Ortega, ministro del Ejército y hermano del presidente sandinista, conservó el mando del Ejército.
La operación, que evitó la ruptura abierta con la anterior situación, marginó a hombres de la UNO, como Godoy y César, que pasaron a una oposición abierta cuando se creían llamados a ejercer papeles relevantes una vez derrotado en las urnas el régimen sandinista. Lo que, aparentemente, pretenden El Chacal y sus hombres es acabar con esta anomalía que, según muchos analistas, ha sido clave en la estabilidad del país centroamericano en estos tres años.
"No habrá mas guerras"
"La Unión Nacional Opositora, el Frente Sandinista y el Gobierno estamos unidos para trabajar por nuestra patria. Ya no va a haber mas conflictos armados, que no son la solución. Hay que trabajar para reconstruir la patria".Estas palabras de Violeta Chamorro, contenidas en el mensaje a la nacion lanzado el sábado, ponen de manifiesto la voluntad de acabar con la crisis por medios pacíficos y de forma consensuada.
La presidenta pidió a los hombres de El. Chacal que 9iberen y entreguen a todos los señores que llegaron a platícar". "Depongan sus armas", añadió, "platiquemos y busquemos todos cómo trabajar por el bien de Nicaragua".
"Creo", dijo Violeta Chamorro, "que después de haber ganado las elecciones democráticas con una reconciliación tan amplia como la que hemos tenido, ya no es el momento de estar en estas divisiones, pero sí creo que todos tenemos que poner de nuestra parte, de un bando y de otro, para salvar a nuestra patria. Perdonémonos unos a otros, démonos la mano y volvamos a hacer una nueva vida, la que empezamos a realizar desde hace tres años".
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