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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La paz posible

EL LÍDER serbio, Radovan Karadzic, y el croata, Mate Boban, están contentos con la última oferta de los mediadores internacionales, David Owen y Thorvald Stoltenberg, para acabar con la guerra en Bosnia. El musulmán, Alia Izetbetgovic, por el contrario, se muestra decepcionado. No podía ser de otra forma. Difícilmente cabía esperar de una mesa de negociación que alterase el resultado de un conflicto bélico, especialmente sin una presión exterior lo suficientemente intensa como para que los vencedores renunciaran a sus conquistas.La amenaza de ataque aéreo occidental a las posiciones serbias nunca ha resultado creíble. Tantas veces se ha anunciado y tantas se ha retrasado, condicionado o dificultado por las diferencias interaliadas, que Karadzic y su patrón de Belgrado, Slobodan Milosevic, no se la han tomado en serio, especialmente después de ver el rumbo errático y falto de consenso de la política occidental desde que Yugoslavia comenzó a romperse en pedazos, en una fecha tan lejana para la aceleración de la historia en este fin de siglo como 1991.

En esta hora del pragmatismo, del salvar la cara, de defensa de lo posible, sería injusto afirmar que Occidente no ha hecho nada para llevar la paz a Bosnia, aunque no para salvar la vida a esta república como entidad unitaria real, y no como una simple ficción. Sólo una amenaza militar, por inconcreta y difusa que resulte, ha evitado, tal vez, que los serbios (y en menor medida los croatas) hayan completado su conquista y exterminio dejando a los musulmanes sin una porción de territorio, por mínima que fuese, que les permita su supervivencia como Estado.

Pero los musulmanes pierden. Y los croatas y los serbios ganan. Pero pierden también la ONU, la OTAN, la Comunidad Europea y millones de ciudadanos que se han estremecido ante los horrores de una guerra que nadie pensaba que pudiera darse en pleno corazón de Europa. La futura unión de repúblicas de Bosnia-Herzegovina no será otra cosa que un cartel que encubre la realidad de una división sobre criterios puramente étnicos. El propio Izetbegovic se ha resignado a que sea así y su lucha ahora consiste en sacar el mejor partido posible en una dinámica de negociación en la que poco tiene que perder, porque casi nada tiene.

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El contenido del plan que Owen y Stoltenberg entregaron el viernes a las tres partes en conflicto, las cuales tienen 10 días para pensárselo, no se ha hecho público, pero se da por seguro que prevé la desmilitarización de Sarajevo y su paso bajo la administración temporal (dos años) de las Naciones Unidas, que concede viabilidad geográfica al Estado musulmán (con accesos al Adriático y al río Sava) y que otorga a éste un 30% del territorio de Bosnia. Poco, si se tiene en cuenta que antes de la guerra la población musulmana de la república superaba el 44%, pero mucho si se recuerda que actualmente esta minoría mayoritaria sólo ocupa el 10% de la superficie de la república.

A esta oferta se ha unido la petición de los mediadores de que la Comunidad Europea administre Mostar, la capital de Herzegovina, que croatas y musulmanes se disputan a sangre y fuego, bajo una fórmula similar a la propuesta para Sarajevo. La lucha en esta región abona la hipótesis de que la última oferta de Stoltenberg y Owen tal vez no lo sea tanto y que todavía quede un margen, no ya para la negociación, sino incluso para la guerra.

A estas alturas, lo único que parece importar a las víctimas del conflicto, a las organizaciones humanitarias que tratan de aliviar su sufrimiento y a los gobernantes occidentales es que los tres bandos lleguen a un acuerdo, por malo que sea, que ponga fin a la guerra, a la mortandad, a la tortura y a la limpieza étnica. A ser posible, antes de un invierno que amenaza con ser atroz. La oferta surgida en Ginebra, y el compromiso que se adivina, prometen ser el comienzo del fin de una pesadilla que hay que olvidar lo antes posible para comenzar la batalla de la reconstrucción.

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