La retirada serbia
BAJO LA amenaza directa de un bombardeo de la aviación de la OTAN (principalmente norteamericana), los serbios -después de varios días de jugar al ratón y al gato- han evacuado los montes Igman y Bjelasnica, que dominan Sara evo, incendiando y destruyendo todo lo que era habitable en esos parajes. Ello crea una situación más favorable para las 300.000 personas que quedan en la capital bosnia. Los convoyes humanitarios tienen alguna posibilidad de llegar, si bien permanecen enormes obstáculos, sobre todo á causa de los combates entre musulmanes y croatas en el centro de Bosnia, que cierran el paso a las rutas naturales del Adriático a Sarajevo.En medio de este cuadro, la situación límite en que se hallan los hospitales de Sarajevo -que carecen de todo para atender a los enfermos- provocó una reacción inicial de Suecia y el Reino Unido para acoger a algunos de los más graves, especialmente niños. Este gesto, que ha permitido la evacuación de 39 enfermos en estado grave, merece elogios, pero resulta escandaloso que tal acción humanitaria se utilice, concretamente en el Reino Unido, como un show de estrategia política para elevar los índices de popularidad de Major. Por otra parte, no sólo hay 39 enfermos en estado, angustioso: hay que abordar con urgencia el estado de los otros enfermos, aquellos que no constituyen una mercancía directamente vendible para los medios y permanecen en unos hospitales carentes de los medios más indispensables. Bienvenida la iniciativa italiana de acoger a todos ellos. Pero aunque sea posible una evacuación general, la ONU debe plantearse con máxima prioridad equipar urgentemente a los hospitales de Sarajevo para que puedan atender a los heridos y enfermos que allí siguen o que llegarán una vez que se haya apagado esta marea. Sería más eficaz, aunque sirviera menos a la propaganda de algunos Gobiernos occidentales que han decidido sacar tajada de la lágrima del verano.
El hecho de que los serbios hayan abandonado dos montes no debe disimular el contenido real de la "solución" que se está preparando en la guerra de Bosnia. ¿Por qué eran tan importantes esos dos montes? Porque de hecho permitían a los serbios el control de la ciudad. Por tanto, el proyecto de partición en tres repúblicas (que en sustancia significa el fin de Bosnia y la victoria de Serbia) se hubiese venido abajo. Algunos extremistas serbios querían de hecho conquistar Sarajevo. La dirección serbia más responsable se dio cuenta de que, si intentaba ir demasiado lejos, provocaría un bombardeo que les dejaría en posición de inferioridad en la mesa de negociaciones.
En todo caso, hay que valorar el hecho nuevo que se ha producido. Una vez que Europa y EE UU han dado pruebas de que estaban dispuestos a emplear la fuerza -aunque fuese en un ámbito muy limitado-, los serbios han retrocedido. El efecto de disuasión ha funcionado. Esto refuerza la argumentación de los que siempre hemos considerado que una solución más acorde con el derecho internacional hubiese sido posible si por parte de Europa y EE UU hubiese habido la voluntad política de defender de verdad el principio -proclamado en numerosos documentos- de que los cambios de frontera impuestos por las armas nunca serían aceptados. Ahora, Europa y la ONU, con sus mediadores Owen y Stoltenberg, han aceptado exactamente lo contrario: que Serbia imponga, con la ayuda de Croacia, el fin de Bosnia, su división en tres pedazos, con un tenue lazo confederal que en teoría les mantendrá asociados. De esto se va a tratar ahora en Ginebra.
Las discusiones serán con toda probabilidad tremendamente duras, porque se trata de delimitar las líneas entre las tres repúblicas. Empezando por la propia Sarajevo, donde los serbios sólo aceptan dejar a los musulmanes un núcleo central, rodeado por ellos. Entramos, pues, en una etapa de nuevos conflictos. Las batallas siguen en Bosnia central, donde cada combatiente busca mejorar con las armas el trazado de las fronteras.
Es necesario que la ONU no desmovilice el dispositivo de intervención aérea que ha permitido desbloquear Sarajevo. No se puede olvidar que la victoria otorgada a Serbia con la partición de Bosnia aumenta su arrogancia nacionalista. Las repercusiones en Kosovo, donde la población albanesa sufre una opresión insostenible, y en Macedonia, donde se agita la minoría serbia, pueden ser gravísimas. La ONU debe estar preparada para evitar un proceso que, siguiendo otros antecedentes históricos, incendie los Balcanes.
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