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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Esta noche, mira las estrellas

Esta próxima madrugada, si alguna nube inoportuna no lo impide, cualquier ciudadano paciente de este país podrá observar, simplemente mirando al cielo, hacia el Noreste, en dirección a la constelación de Perseo, un buen número de destellos cruzando la noche., como exhalaciones: una lluvia de estrellas fugaces.Se trata de un fenómeno observable todos los años por estas fechas veraniegas, y en particular en la noche de san Lorenzo, pero los astrónomos apuntan, que en esta ocasión puede haber una mayor abundancia de meteoros debido al reciente paso del cometa Swift-Tuttle por el centro del sistema solar, con la consecuente mayor abundancia en el espacio de pequeñas partículas -a veces microscópicas- susceptibles de arder fugazmente ante nuestros ojos al colisionar con la atmósfera terrestre. Lo que siempre hemos llamado estrellas fugaces son en realidad las trazas incandescentes que deja el choque, a una altura de unos cien kilómetros, de esas diminutas partículas, restos de cometas pulverizados.

El fenómeno fue descubierto en China hace unos dos mil años, y desde entonces no ha dejado de interesar e intrigar a los seres humanos. El cometa Swift-Tuttle tiene un periodo de 135 años, por lo que la anterior ocasión en que se produjo un fenómeno como el de esta noche aún reinaba Isabel II en España, Napoleón III lo hacía en Francia, Marx no había publicado todavía El capital y Darwin acababa de dar, a la imprenta el resultado de sus investigaciones. La recomendación que hacía el domingo desde estas páginas el investigador Mark Kidger, del Instituto Astrofísico de Canarias, es perfectamente asumible: "Disfrutar del espectáculo y, de paso, aficionarse a mirar el cielo".

Observar el cielo una noche despejada no es una tarea banal. La observación del. cielo contribuyó poderosamente en su momento a situar en un lugar secundario el papel de unos dioses míticos que manipulaban arbitrariamente las fuerzas de la naturaleza. Observando el cielo, Aristóteles y sus contemporáneos dedujeron correctamente que la Tierra era esférica y se percataron de que los astros no se movían al dictado de los dioses, sino siguiendo unas leyes de movimiento concretas. Mirando al cielo con un nuevo instrumento, el telescopio óptico, se dedujo, ya en el Renacimiento, que la Tierra no era el centro del Universo, algo que contribuyó a poner en su lugar a otros dioses dogmáticos. Mirando ahora al cielo con los modernos telescopios es posible comprobar que el propio Universo no es algo estático, sino que evoluciona, alejando aún más los dogmas que han atenazado el libre albedrío de los humanos.

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Por todo ello, en unos momentos en que proliferan -en televisión- nuevos magos y charlatanes, reavivando viejos mitos y fantasmas, es conveniente volver a mirar el cielo y reflexionar haciendo uso de la razón. Esta noche, en que el cielo nos ofrece además un espectáculo gratuito, es un buen momento para empezar.

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