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El Vaticano participa por primera vez en una conferencia mundial para la unidad cristiana

En Santiago se constatan las diferencias entre los representantes de 322 iglesias

Xosé Hermida

Santiago de Compostela La Iglesia católica romana participa por primera vez con una delegación oficial en la conferencia Fe y Constitución, que organiza el Consejo Mundial de las Iglesias, organismo que promueve la unidad entre todos los cristianos, en Santiago de Compostela. A pesar de ello, las primeras sesiones han servido para constatar los obstáculos con que tropieza el diálogo ecuménico.Una organizadora, la teóloga anglicana Mary Tanner, admitió que el ecumenismo está "frágil y desorientado", mientras el luterano Wolfhart Pannenberg pedía ayer "paciencia" a.los que buscan la unidad.

La asamblea de Santiago está organizada por la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), un organismo con sede en Ginebra que engloba a 322 iglesias de todo el planeta. La última conferencia se celebró hace 30 años en Montreal (Canadá).La gran novedad de la reunión que se inició esta semana en Santiago es la presencia, por primera vez, de una delegación oficial del Vaticano. La Iglesia católica se incorporó al diálogo ecuménico a partir de 1965, tras el Concilio Vaticano 11, fundamentalmente a través de comisiones mixtas de trabajo.

La participación de la Iglesia católica ha sido saludada por los organizadores como una prueba de que la conferencia de Santiago ha adquirido "un carácter más universal". El católico, profesor' y dominico canadiense Jean-Marie Tillard, miembro de la comisión organizadora, destacó que los católicos acuden a la conferencia con la intención de "aprender y a la vez aportar algo" para profundizar en un diálogo que "hasta ahora ha sido, a veces, algo subido de tono"."Frágil y desorientado"

Pero a pesar de las buenas intenciones, los primeros debates han revelado las enormes dificultades con las que tropieza el diálogo entre los 400 millones de cristianos de todo el mundo. En la sesión de apertura, Mary Tanner ya advirtió que el movimiento ecuménico llegaba a Santiago "frágil y desorientado". "Todo parece indicar que partimos de premisas diferentes y que hacemos preguntas distintas acerca de los mismos textos. Estamos buscando más convergencia de lo que nunca será posible", afirmó. .

Aún así, Tanner insistió en que debe buscarse un acuerdo ', suficiente y necesario" y estableció algunos de los puntos sobre los que puede centrarse la discusión: las cuestiones sobre la interpretación de las Escrituras y la tradición, la relación de la fe con el bautismo y la ordenación sacerdotal de las mujeres, entre otras.

Sobre la incorporación femenina al sacerdocio ya ha podido apreciarse la existencia de posturas divergentes. Mientras representantes del protestantismo reclamaban mayor participación de la mujer en tareas eclesiásticas, el obispo ortodoxo Juan de Pérgamo declaró: "Es una cuestión muy grave, una diferencia más de las que ya tenemos, Y no hablo tanto de una cuestión teológica insalvable como de una cuestión psicológica, que exige un estudio teológico más profundo

El teólogo luterano alemán Wolfhart Pannenberg también se refirió ayer a los "obstáculos" que existen para conseguir que algún día todos los cristianos celebren una eucaristía común. El proceso de unidad, según Pannenberg, es "un camino muy largo, que para recorrerlo exige valentía, coraje y conflanza". Para ello, el teólogo alemán reclamó a los cristianos "paciencia", curiosamente un término utilizado también por el Papa Juan Pablo II en un saludo enviado por carta a la conferencia.

Mientras se desarrollan las discusiones teológicas, los delegados de los países del Tercer Mundo y de Latinoamérica tratan de introducir en el debate cuestiones sociales y políticas. Los representantes latinoamericanos suscribieron una declaracion conjunta muy crítica en la que señalan que "no se puede hablar de comunión en términos puramente doctrinales, como si la Iglesia estuviese por encima del mundo y sus tragedias, ni como si no fuera Dartícipé, y a veces hasta cómplice, de todo esto". Los delegados latinoamericanos exigen la participación de todos los cristianos "en los esfuerzos que buscan romper las barreras que separan a ricos y pobres".

En términos semejantes se expresó el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, el Premio Nobel de la Paz Desmond Tutú, que acaparó todo el protagonismo en las sesiones iniciales de la conferencia. Tutú pidió la condonación de la deuda externa de los países del Tercer Mundo. "La unidad de la Iglesia quizá pueda ofrecer algo a este mundo que se está desintegrando rápidamente", concluyó.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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