Naturalidad y fuerza

El jazz se tomó un respiro y cedió su protagonismo a otras formas afines. Los arrasadores ritmos funky del saxofonista Maceo Parker y la mezcla de soul, rythm and blues y pop de la cantante Etta James se adueñaron de la tercera jornada del festival.Parker es la cabeza visible de una próspera sociedad que, evocando al gran James Brown, saca buen provecho a la persistente moda revisionista que domina casi todos los campos de la música popular. Sólo se toma algunas licencias para disimular la ausencia de un cantante carismático y ganarse al público por la vía rápida.

Cuando la James ruge, lo prudente es ponerse a cubierto. Su perímetro corporal asombra, su mirada desafiante apabulla, su voz hercúlea sobrecoge. Por fortuna, a la par de, tanta exageración, apuntan tiernos esbozos de una ingenuidad casi infantil que hacen su estilo indefinible. Lo que en otros parecerían graves pecados expresivos, en Etta James se revelan como recursos perfectamente tolerables y hasta pertinentes. El secreto está en la naturalidad y en la fuerza.

Después del tifón, la jam session de la terraza del Ayuntamiento cayó como bálsamo. La exquisita guitarra de Howard Alden, la corneta de Warren Vaché y el saxo tenor y clarinete de Ken Peplowsky formaron, junto a una competente sección rítmica, el grupo básico al que se añadieron visitantes como David Sánchez (saxo tenor), Jesse Davis (saxo alto) y Delfeayo Marsalis (trombón). Tocaron piezas típicas de las reuniones informales, aunque también se pudo escuchar Body and soul, en un magnífico mano a mano entre Davis y Sánchez, dos de los músicos más prometedores de entre los surgidos en los últimos años.