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En España no se usa la hormona del crecimiento que condenó a muerte a 25 niños en Francia

La administración del fármaco sintético cuesta a Sanidad 10.000 millones al año

Decenas de familias con hijos tratados con hormona del crecimiento bloquearon ayer los teléfonos de sus médicos y de la asociación nacional Crecer, alarmados por los 25 niños contaminados en Francia con esta terapia. El mensaje, tanto del Ministerio de Sanidad como de la asociación, ha sido claro: el medicamento que ha producido estos casos sólo se ha vendido en Francia. En España, además de no haberse detectado ninguno, la práctica totalidad de los pacientes usan hormonas sintéticas. Unos 5.000 niños españoles son sometidos a estos tratamientos.

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Hasta hace apenas ocho años, en todo el mundo la hormona que se aplica a niños con enanismo hipofisiario y otros problemas patológicos de crecimiento se extraía de la hipófisis (órgano situado en la base del cerebro) de cadáveres. Actualmente ya se obtiene por biosíntesis, mediante ingeniería genética, modificando bacterias o células de mamíferos para que produzcan esta sustancia.En España, el precio diario de cada tratamiento, que corre a cargo de la Seguridad Social, es de 12.000 pesetas, lo que eleva el gasto anual a 10.000 millones de pesetas, según cálculos de Fernando García Alonso, subdirector de Evaluación de Medicamentos. Algunos pacientes pueden requerir tratamiento durante más de 10 años. "Este tema lo tenemos muy controlado precisamente por eso, porque es muy caro", explicó ayer.

Sólo en el territorio controlado por el Insalud, el número de pacientes en tratamiento registrados entre septiembre de 1989 y julio de 1992 ascendía a 2.466. En algunos casos los niños han conseguido elevar su estatura hasta 70 centímetros a base de terapia hormonal.

Periodo de incubación

García Alonso quiso aclarar que las hormonas contaminadas procedentes de extracción que han transmitido a 25 niños franceses la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob han sido producidas en el Instituto Pasteur de París y "sólo se han vendido en Francia". Desde el Ministerio de Sanidad se garantizan los tratamientos que se efectúan en España y se asegura que no existe un solo caso de contaminación en el país."En esta enfermedad existe un periodo de incubación, y si hubiéramos tenido algún caso, ya se conocería", manifestó Nuria de Oro, madre de dos niños que han padecido problemas de crecimiento y presidenta de la asociación Crecer y de la Federación Internacional de Crecimiento. Aunque ya tenía noticias hace tiempo del escándalo de Francia, Nuria de Oro no perdió la confianza en los tratamientos en España, ni siquiera en los procedentes de hormonas de cadáver. "Estamos con todas las líneas bloqueadas", comentaba ayer. Varias familias de afectados habían leído con preocupación las noticias procedentes de Francia. "Estamos tranquilizando a todo el mundo, porque esto solo afecta a Francia".

García Alonso recordó que el tratamiento hormonal se viene aplicando desde hace más de una década en todo el mundo y que por el momento sólo se conocen casos de contaminación en Estados Unidos en 1985 y ahora el del Instituto Pasteur.

En octubre de 1992 fue anulada la última especialidad farmacéutica de hormona del crecimiento elaborada a partir de cadáveres que se comercializaba en España. Desde mediados de los ochenta, las investigaciones realizadas permitieron obtener este producto de manera sintética mediante ingeniería genética, y las propias multinacionales farmacéuticas decidieron emprender esta vía, mucho más rentable comercialmente y más fácil de producir a gran escala (con cada hipófisis de cadáver apenas se consiguen tres viales de hormona de crecimiento).

Pero hasta 1989 la mayoría de los tratamientos hormonales de crecimiento comercializados en España por las multinacionales Kabi, Novo Nordisk y Serono eran de extracción. Tanto en Sanidad como en las propias multinacionales han asegurado que los potentes métodos de purificación a que eran sometidos los extractos eliminaban cualquier contaminación viral.

Además, la mayoría de los fabricantes contaba con un protocolo para la selección de las hipófisis de cadáveres como el que aplicaba la compañía Novo Nordisk, según explicó ayer su director técnico, Felipe Gómez. Esta normativa rechazaba todo material procedente de fallecidos afectados por algún tipo de enfermedad neurológica, "incluso demencia senil"; de aquellos con leucemias, linfosarcomas o enfermedades del sistema inmune; hepatitis, rabia o septicemia, así como drogadictos o cadáveres que hubieran sido embalsamados.

La causa de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob todavía es desconocida. Las dos teorías vigentes sugieren que o se trata de un virus lento o de una proteína normal que muta atacando a las neuronas.

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